Páginas

Los niños y "El triunfo de la voluntad"


Los tambores de las Hitlerjugend tocando a retreta, en Triumph des Willens.

Dos veces, dos años seguidos, estudié a fondo El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens), de Leni Riefenstahl. Se estrenó en marzo de 1935 y se ha dicho tantas veces que es la mejor película de propaganda política de la historia que no pienso repetirlo. Pero es una monstruosidad. Es un monumento estético a la más aberrante ideología. Da miedo verla y descubrirse, de repente, emocionado. Pero es propaganda y la propaganda trata de eso, de provocar emociones.

Fíjense: El triunfo de la voluntad. De la voluntad del pueblo, se (sobre)entiende. No es el triunfo de la razón, no es el triunfo de la convivencia, no; es el triunfo de todo lo contrario. No ha triunfado la ley, ni la democracia, sino la voluntad del pueblo y la demagogia; la voluntad se impone en contra del acuerdo, que se respeta. Es muy sutil, quizá, esta diferencia. Pero nos la explica el mismísimo Adolfo.

Tan pronto como nuestra propia propaganda deje apenas un resquicio para que nuestro adversario pueda tener algún derecho, habremos sembrado la duda en nuestro propio derecho.

Discurso de Adolf Hitler ante el NSDAP
Congreso del NSDAP en Nuremberg, Alemania, 1934
(Recogido en Triumph des Willens, de Leni Riefenstahl)

Niños alemanes en las calles de Nuremberg, en 1934, en Triumph des Willens.

La ideología nacional es populista, demagógica, absoluta... y emocionante. Este tipo de nación (esencial, ideológica, identitaria) no admite tibiezas: o eres de los nuestros (absolutamente, sin resquicios) o estás contra nosotros. No se admite ni siquiera la posibilidad no ya de que el otro pueda tener razón, sino de que nosotros estemos equivocados, ni siquiera un poquito. 

La nación que se limita a ser un conjunto de ciudadanos, cada uno con su propia identidad, o identidades, que no importan a nadie más que a uno mismo, es simplemente aberrante para el nacional-socialismo. ¿Cómo es posible que alguien que hable alemán no se sienta alemán, sino austríaco, checo o polaco? Además, una nación de ciudadanos suele ser aburrida y mediocre, dicen.

De vuelta a la película, los niños. Nada como la imagen de un niño para provocar ternura o manifestar pureza, inocencia. También, el horror. Las fotografías de las víctimas del bombardeo de Barcelona, niños, valen por docenas de discursos fanáticos. Pero los niños de Riefenstahl, como los niños de Mussolini, como los niños del Komsomol, son otra clase de niños. Un niño enarbolando una bandera con fanatismo es el fracaso de la educación cívica; un niño de uniforme es el fracaso de la libertad; un niño de uniforme y con bandera, multipliquen ustedes y verán. Son los niños del totalitarismo.

Los niños protagonizan muchas de las escenas de Triumph des Willens. Niños alegres, rubios, fanáticos, que saludan con el brazo en alto al caudillo. Niños que juegan a pelearse, vestidos de boy-scouts. Me da grima verlos. Diez años después, habrán muerto muchos de ellos, cruel y estúpidamente, precisamente por levantar el brazo y andar jugando con banderas y uniformes. Pero estamos en 1934 y Riefenstahl filma niños y niños y más niños. Entre el público que llena las calles de Nuremberg y en los actos que organiza el NSDAP en su congreso anual. Con mucho interés y un oficio indudable, filma a los niños con uniforme y banderas, arracimados en las Hitlerjugend, a los que Hitler dice:

¡Vosotros deberéis amar la paz! ¡Vosotros deberéis forjarla! ¡Vosotros deberéis portar la bandera que nosotros hemos llevado enarbolada! ¡En vuestras mentes domina el ideal que forjamos nosotros y en vosotros vivirá nuestra gran nación!

Discurso de Adolf Hitler a las Hitlerjugend
Congreso del NSDAP en Nuremberg, Alemania, 1934
(Recogido en Triumph des Willens, de Leni Riefenstahl)

Niño de uniforme, abanderado y politizado, en Triumph des Willens.

¡La paz...! Hay que ser hijo de puta, en serio, muy hijo de puta para andar con éstas delante de los niños. ¡Muy hijo de puta!

Me da por comparar estas películas de propaganda con las películas de propaganda de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Repito, de propaganda. Pero Hollywood y el Ejército de los Estados Unidos produjeron estas películas para una nación de ciudadanos, para una democracia, no para una nación ideológica, hegeliana, identitaria. Estas películas no son la otra cara de la moneda, son otra moneda. Hay que acudir a Why We Fight (Por qué luchamos) para apreciar la diferencia.

Triumph des Willens puede verse todavía y provoca emociones primarias. Es (casi) perfecta. Es fascinante. Las siete películas de Why We Fight soportan peor el paso del tiempo. A veces son (casi) aburridas. Capra emplea los recursos estéticos de Riefenstahl, pero no consigue despertar nuestros instintos elementales. No tanto, quizá.

Pero Capra se explica mucho mejor. El discurso de Hitler (el discurso de Riefenstahl) es hueco, banal y provoca el aplauso apelando a la fuerza, la voluntad, el poder, del pueblo alemán; pero no dice nada. En cambio, el narrador de Why We Fight expone un razonamiento. Será un discurso maniqueo, manipulado, torticero, si quieren, pero dice cosas

Frank Capra realizó esta serie de películas para los soldados americanos. Tuvieron tanto éxito que se proyectaron en los cines, con el permiso del Ejército. Por qué lucháis, por qué luchamos. No les ordena luchar, les explica por qué luchan y a qué se enfrentarán, si luchan. Expone, razona, apela a la responsabilidad de cada uno.

Capra diijo basarse en una sentencia bíblica: La verdad os hará libres. Aparece en sus películas, como leit motiv. La verdad de Capra, dirán. No la verdad ni toda la verdad. De acuerdo. Completamente de acuerdo. Pero ¡cómo la plantea! Intenta mostrar la enormidad del reto al que se enfrentan. Expone los hechos y las consecuencias de esos hechos. Tienen que saber por qué visten un uniforme, dijo Capra. 

Es una paradoja, pero gran parte del material de Why We Fight procedía de las películas de propaganda nazis o japonesas. Capra se limitó a mostrar los discursos de Hitler y traducirlos, literalmente. La reacción que provocó entre los soldados norteamericanos, con una cultura democrática muy superior a la europea, fue tremenda. Comprendieron el porqué, no hizo falta explicarles mucho más.

Capra dijo de sus películas:

Dealt with who, what, where, why, and how we came to be the U.S.A. ---the oldest major democratic republic still living under its original constitution. But the heart of the film dealt with the depth and variety of emotions with which Americans reacted to the traumatic events in Europe and Asia. How our convictions slowly changed from total non-involvement to total commitment as we realized that loss of freedom anywhere increased the danger to our own freedom.

Allá ustedes con su inglés, pero mientras Triumph des Willens emociona con la brutalidad y el corazón, acudiendo a las entrañas, y asegura que nosotros tenemos razón porque somos más fuertes, Why We Fight asegura que nosotros somos más fuertes porque tenemos razón, y de esa razón, no de la fuerza, surgirá el convencimiento de participar en una lucha justa. ¡Qué diferencia! En los dos casos es propaganda, pura propaganda, pero no se trata de la misma propaganda.

Cuando Triumph des Willens se exhibió por Europa, provocó la admiración de los críticos de todo el Continente por su deslumbrante estética. Sólo los comunistas rechazaron la película, porque no era comunista, porque Riefenstahl no era Einsenstein. En cambio, en el Reino Unido y en los Estados Unidos se alabó su estética, pero se consideró (cito) fundamentalmente aburrida. Como dijo un crítico de Nueva York, en toda la película no pasa nada y no se dice nada interesante.

Niña en traje regional alemán, adoctrinada por el NSDAP, en Triumph des Willens.
Los trajes regionales son una variante del uniforme.

Volvamos a los niños. En la serie Why We Fight aparecen niños. Juegan en los columpios, en el tobogán. Son el símbolo de la felicidad, la inocencia y la libertad del hogar. Son niños de ensueño. Son niños, punto. Los niños americanos no llevan uniforme, no saludan al líder, no se exaltan con las banderas. Los niños que hace eso suelen reservarse para la propaganda de los sistemas totalitarios.

1 comentario:

  1. Recibe mi más sonoro aplauso, especialmente por tu valentía. Hoy te has ganado unos cuantos enemigos en la terrible Cataluña que nos ha tocado vivir.

    ResponderEliminar