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Hace doscientos años de Leipzig


El Völkerschlachtdenkmal o monumento a la Batalla de las Naciones en Leipzig.
Fue construido en 1913, un siglo después de la batalla.
Mide 91 m de altura, de cemento y granito.

Hace doscientos años, tal día como hoy, comenzó la batalla de Leipzig, que más de uno llama la Batalla de las Naciones. Fue, con diferencia, la más grande batalla de las Guerras Napoleónicas. En el campo de batalla de Leipzig se lanzaron a matarse entre sí más de seiscientas mil personas. Nunca antes se había visto nada parecido. 

La cripta del monumento.

En la carnicería que siguió, murieron quizá más de cien mil hombres, franceses, austríacos, húngaros, rusos, polacos, prusianos, alemanes de uno y otro bando, suecos, ingleses... De ahí lo de Batalla de las Naciones. 

Fue el fin de Napoleón Bonaparte, se mire como se mire. Leipzig ha sido también el referente del nacionalismo alemán. Además, la pesadilla de los románticos, un violento darse cuenta de lo que significa la guerra, pues tan grande fue la matanza que durante semanas no supieron qué hacer con tantos muertos ni cómo librarse de ellos y los miles y miles de heridos no hacían más que morirse, mientras tanto, sin que nadie pudiera atenderlos. Las imágenes del horror sacudieron Europa de la cabeza a los pies.

De seguir todo como el primer y el segundo día, la batalla se habría convertido en una retirada táctica y nadie podría haberse hecho con la victoria, pues los atacantes la habrían pagado muy cara, demasiado, y los defensores habrían podido mantener su fuerza y cohesión. 

Pero el tercer día ocurrió una catástrofe: la voladura del puente de Elster. Fue antes de tiempo y por error. Parte del ejército francés quedó atrapada en la orilla oriental del Rhin. La retirada se convirtió en una huída y la matanza fue tremenda. Miles murieron ahogados intentando atravesar el río a nado. Miles más, acuchillados y ametrallados, no sin mucho esfuerzo. Los aliados hicieron 36.000 prisioneros. Napoleón había sido vencido.

La fotografía de la cripta el 8 de abril de 1945. Un soldado americano contempla los restos del monumento. El káiser Guillermo lo había levantado para honrar a la nación alemana y los nazis se apropiaron de esta idea. Las SS convirtieron el lugar en un templo para sus ritos paganos y en un símbolo de la Gran Alemania. Cuando las tropas americanas llegaron a Leipzig, unos ciento cincuenta soldados de las SS se habían atrincherado en su interior, con vituallas y munición para resistir durante meses. Los rindieron a cañonazos en un par de días. La República Democrática Alemana respetó el lugar porque en Leipzig habían combatido juntos rusos y alemanes y lo convirtieron en un lugar de enaltecimiento de la amistad socialista ruso-germana. Hoy pretende honrar la unidad de Europa... aunque los franceses... En fin, eso.

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