El Mercat del Born, chuscamente llamado la zona cero de 1714, o algo parecido, es un pozo de sorpresas. También, hablando de dineros, un pozo sin fondo. No sé si saben que la exposición de las piedras nos deja sin biblioteca popular, sin centro cultural, sin nada para el barrio y con un gasto anual de tres millones de euros, suponiendo que las visitas sean tantas como se promete que serán, pagando entrada. El gasto (¿inversión?) que ha supuesto el engendro museístico-patriótico suma más de seis docenas de millones de euros. Agárrense.
Si se hubieran gastado toda esa pasta en el Hospital de Sant Pau o en el Hospital Clínic, otro gallo cantaría y nos habríamos ahorrado muchos padecimientos en las listas de espera, pero no podría hacerse tanta propaganda, no saldría por televisión.
Hoy publican un detalle de las cuentas en los periódicos. Ya se dijo, en su día, que estudiar la viabilidad técnica y estética de una bandera de 17,14 metros cuadrados a 17,14 metros de altura a las puertas del edificio costó (atención) 6.987 euros. Ya lo comenté, aquí, en:
Desde estas alturas, 74.000 euros os contemplan.
Al final, se alzó la bandera. La broma nos ha costado 74.216 euros, según los expedientes de adjudicación de Barcelona de Infraestructuras Municipales, SA (BIMSA), que publican los periódicos. Se trata de adjudicaciones directas. Es decir, digitales, a dedo, fuera del control del consejo de BIMSA, que supo del gasto una vez gastado, y perdonen el mal decir. Un día se reunieron y vieron que ya se habían perdido 74.000 euros de la manera más tonta.
El gasto se reparte como sigue:
Bomainpasa, SLP: Estudio técnico. ¿Puede alzarse una bandera de 17,14 metros cuadrados a 17,14 metros de altura? Se puede, dijo. Cobró 6.897 euros por decirlo.
Anoche Iluminación Arquitectónica: Iluminación del banderín. 1.936 euros.
Barberí, SL: Inscripción en una placa de bronce, a los pies de la enseña. 6.162 euros. El texto dice (traduzco): En memoria de aquéllos que lucharon para defender la ciudad de Barcelona y la nación catalana durante el sitio de 1714. No se menciona al archiduque Carlos, por quien lucharon, ni a los catalanes que lucharon en el otro bando. No se sabe quién cobró para redactar el texto, ni cuánto.
Tall-Fusta, SL: Mástil de 17,14 metros de altura. 59.221 euros. Ahí queda eso. Un mástil ¿de madera catalana o de importación?
No constan otros gastos, como son, por ejemplo, el trapo o la obra civil. Suponiendo limpieza en las contratas, que bien pudiera ser y no se descarta, gastarse 74.000 y pico euros en alzar un trapo me da que sale caro. Muy caro.
La bandera catalana es la más barata del catálogo de banderas autonómicas. Una de 6 metros cuadrados cuesta alrededor de 65 euros, la mitad que una bandera vasca o dos terceras partes lo que cuesta una bandera valenciana, por ejemplo.
Por menos de 600 euros tiene usted un mástil de fibra de vidrio de 12 metros de alto. Si es de aluminio, sale más barato, unos 400 euros. Pero usted busca un mástil un poco más alto. Cuente con que valga el doble. Con todos los complementos, una instalación de una bandera de 18 metros de altura, incluyendo mástil, trapo, anclajes, etc., me sale por debajo de los 3.000 euros. ¡Y qué bandera! Con una veleta arriba del todo y dorados y tal. Hortera y resultona. Consulten los catálogos a los que podrán tener acceso en internet.
Pongamos que mi presupuesto no sea el bueno. Pongamos que el precio sea el doble, 6.000 euros. El triple, 9.000 euros. Cuatro veces mi cálculo, 12.000 euros... Pero ¿cuánto falta todavía para gastar 74.216 euros? ¡Una barbaridad! ¿Así funciona el gasto público?
Inaugurando la bandera de Montjuïc, en 2011.
Ésta, ¿por cuánto nos salió?
Tanto que hablan de privatizar las cosas... Me da que un funcionario del ayuntamiento comprando las piezas por internet y la brigada municipal en una tarde se pulen la bandera del Born en un pispás. La obra nos habría salido por una décima parte de lo que nos ha costado a todos.
Además, permítanme la maldad, usted compra un palo (llamado mástil) estándar de 18 metros y dice que es de 17,14 metros de altura, ¿quién notará la diferencia?
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