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Siguen muriendo


Zapadores británicos buscando y desactivando minas en El Alamein, 1942.

Los libros dicen que la batalla de El Alamein comenzó el 23 de octubre de 1942. A decir verdad, lo que comenzó entonces es la segunda batalla de El Alamein. La primera fue en julio; los aliados lograron detener a las tropas del Eje a poco más de 100 km de Alejandría, en el desierto. Después de la derrota en Gazala, parecía que nada ni nadie podría detener a Rommel en su marcha hacia el canal de Suez, pero lo cierto es que no pudo pasar de un apeadero del ferrocarril, la estación del pueblecito de El Alamein. 

Las tropas del Eje habían quedado exhaustas y sin suministros. Además, Rommel cometió serios errores tácticos. Al final, perdió la iniciativa. Entre julio y octubre, el frente se estancó. Las tropas se atrincheraron. Plantaron minas. Millones de minas. Los dos bandos.

Zapadores británicos desactivando minas S alemanas. 
Las minas S eran antipersonal. 
Al pisarlas, saltaban y explotaban a la altura de la barriga.

Quien fuera capaz de acumular más hombres, material y suministros, atacaría y vencería. Estaba cantado: la batalla la ganaron los aliados, que se abalanzaron sobre las tropas del Eje y las vencieron en detalle. En diez días, emulando las grandes batallas del final de la Primera Guerra Mundial, Montgomery consiguió romper las líneas enemigas y cambiar el curso de la guerra en el desierto de una vez y para siempre.

Dejaron atrás los restos de la batalla y casi veinte millones de minas. De todo tipo: contracarros, antipersonal, trampas explosivas. En algunos casos, se conectaban minas en cadena; en otros, se enterraban bombas de aviación, obuses de grueso calibre o cargas de demolición. Alguien bautizó aquel infierno de alambradas y explosivos como el jardín del diablo. 

Los habitantes del desierto han sido víctimas de las minas durante muchos años.
Las minas de El Alamein se han cobrado la vida de miles de beduinos desde 1942.

Casi desde el primer día, las minas se cobraron víctimas inocentes. Algunas cabras se adentraron en los campos de minas y saltaron hechas pedazos. Algunos pastores que fueron detrás de ellas, también. La prensa publicó hace unos días un artículo sobre estos campos de minas, tantos años después. Ponía los pelos de punta.

El registro de las víctimas de los campos de minas de El Alamein se inicia en 1982. Lo que ha sucedido antes sólo puede estimarse, no se conoce exactamente. Volvamos al censo, a lo que se sabe a ciencia cierta. En estos últimos treinta años, los campos de minas han matado a 700 egipcios y han mutilado a 7.600 egipcios más. ¡Cuántos más no habrán caído entre 1942 y 1982!

Mucha de esta chatarra oxidada está llena de explosivos peligrosos e inestables.

Los más ancianos del lugar recuerdan la batalla, pero también muestran las cicatrices que han dejado las minas. Quien más, quien menos, ha perdido una cabra, un camello, un pie, una mano, un dedo, algún amigo, alguien de la familia. En algunos casos, la víctima ha conseguido una indemnización del gobierno egipcio. Por perder varios dedos de una mano, 30 euros, por ejemplo.

Lo cierto es que Egipto tiene un problema muy serio encima de la mesa. Porque la superficie minada ocupa 300.000 hectáreas, que es tanto como la mitad de la provincia de Barcelona. Esta superficie cubre una franja que lleva del desierto al Mediterráneo, de sur a norte, dibujando la línea del frente que se estabilizó en julio de 1942.

Artificiero egipcio levantando una mina contracarro M1A1 (?) americana.

Los oficiales de ingenieros del ejército egipcio, los artificieros y la Secretaría para el Desminado de la Costa Noroeste se sienten superados por los acontecimientos. El ejército tardó un año en limpiar de minas un terreno de 12.000 hectáreas con 200 artificieros. No todo es cuestión de dinero, porque el desminado exige nervios de acero y gente preparada para ello. 

Los expertos se quejan del oficio de alemanes e ingleses. Los mapas de la batalla informan de las zonas minadas, pero no de dónde están exactamente las minas. Se minó el terreno con prisas y de manera informal. No se obedecieron las normas de colocación de explosivos y no se señalizaron los campos de minas. En términos militares, como tiene que ser, porque esta práctica dificultó muchísimo el avance del enemigo. Nadie pensó en el día después.

Un héroe anónimo.
Artificiero egipcio buscando minas en el campo de batalla de El Alamein.

Egipto quisiera haber desminado completamente el desierto en 2016, con la ayuda de las Naciones Unidas. Calcula que el trabajo le costará alrededor de 20 millones de dólares, pero ¿de dónde va a sacar el dinero? No tiene recursos suficientes. Los que allá dejaron las minas, los que lucharon en El Alamein, no parecen ser muy generosos. Los italianos no han aportado ni un duro a la limpieza de minas. Los australianos han aaportado bien poca cosa. El Reino Unido ha entregado poco más de 350.000 dólares. Los Estados Unidos, que sólo aportó material a la batalla, un millón de dólares. Los alemanes han sido los más generosos: han pagado dos millones.

La mitad de estos 20 millones de dólares se destinarán a prótesis ortopédicas y a campañas de prevención contra minas, especialmente dirigidas a los niños y a los varones adultos, las principales víctimas de una batalla que ocurrió hace más de setenta años.

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