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De dos en dos, las copias de Caravaggio


En la época de Caravaggio, las copias eran habituales. Las podía encargar un cliente o podían salir del propio taller del pintor. Podían encargarse copias de cuadros de otros maestros, o copias de los cuadros que pintaba uno mismo. El maestro pintaba (pongamos por caso) un San Juan por encargo y no eran pocas las veces en las que sus mejores discípulos copiaban el cuadro. A veces, el maestro mismo pintaba los dos cuadros a la vez. Hay que pensar en un taller de pintura como en una fábrica de cuadros a cargo de un maestro. Todo se vendía, a fin de cuentas.

El problema es que Caravaggio nunca tuvo un taller de pintura como lo tuviera el caballero de Arpino o los hermanos Carracci, pero sí algunos discípulos. Los historiadores saben que éstos pudieron ser los autores de algunas llamadas copias, pero es difícil sostener esta tesis con total seguridad. Muchas de las copias contemporáneas de los lienzos de Caravaggio son fácilmente atribuibles a algún otro pintor (generalmente, más torpe que el milanés). Pero... ¡Siempre hay un pero!

El asunto se complica porque el de Caravaggio tenía la afición a pintar varias veces un mismo lienzo. Desde muy temprano. El muchacho mordido por un lagarto (Ragazzo morso da un ramarro), por ejemplo, que pudo haberse pintado en 1595, viene acompañado de una copia casi idéntica, pintada un poco más tarde. La que se conserva en la Fondazione Longhi de Florencia mide 65,8 x 52,3 cm; a decir de los expertos es la pintura original. La que se muestra en la National Gallery de Londres mide 66 x 49,5 cm y se cree pintada en segundo lugar.

De dos en dos, Caravaggio pintó muchas obras. A veces volvió a pintar el mismo cuadro para hacerlo mejor, y se aprecia la diferencia. Un ejemplo es la Cabeza de Medusa, pintada en un escudo que el cardenal del Monte regaló al Gran Duque de Toscana. Pueden ver esta magnífica e impresionante obra en Florencia. En algunos casos, pintó dos veces lo mismo, pero no puede hablarse de copia. El tañedor de laúd, por ejemplo, lo pintó dos veces, pero no puede confundirse un lienzo con el otro porque, aunque el protagonista es casi el mismo, cambia el escenario.

También copió por orden del cliente. Era habitual que éste encargara una copia para hacer un regalo, pero también sospechamos que el de Caravaggio vendió bajo mano alguna copia a coleccionistas romanos. Pagaban bien y él gastaba mucho, ésa es la verdad. En algún caso, su discípulo o un amigo podrían haber pintado parte o la totalidad de la copia, como era habitual en los talleres... pero insisto: Caravaggio no tenía taller propio. Si acaso, uno o dos discípulos o ayudantes. Los más famosos, Mario Minniti o Cecco del Caravaggio.

Si bien no hay duda sobre la autoría de Caravaggio del tal o cual copia, sí que existen casos polémicos. El prendimiento de Cristo o el San Jerónimo escribiendo son muy famosos. El prendimiento de Cristo ocupaba un lugar de honor en un museo de Odessa: era un caravaggio. Entonces, descubrieron un prendimiento en Dublín. ¿Una copia? Pues, no. Pudo documentarse su origen y la restauración del cuadro mostró que era, sin duda, un Caravaggio de verdad. Hoy, se da por copia el lienzo de Odessa (hasta se asegura que no lo pintó Caravaggio) y por original, el de Dublín. Más recientemente, en 2007, una caravaggista aseguró que una copia de San Jerónimo escribiendo no era obra de un discípulo, sino del maestro. Armó la de Dios es Cristo, o mejor dicho, la de es o no es de Caravaggio.

La corresponsal en Roma de El cuaderno de Luis, la gran reportera Sandra Buxaderas, me ha recordado estos días la gran polémica que enfrenta a los frailes capuchinos de Roma con los sacerdotes de San Pietro a Carpineto Romano por culpa de San Francesco in preghiera (San Francisco en oración o también La meditación de San Francisco). 

La bronca viene de lejos. Copias de este San Francisco, media docena. Hasta en Florencia tienen una. Pero los capuchinos presumían de tener el original (un vero Caravaggio) en Santa Maria della Concezione dei Cappuccini... en la zona reservada a los frailes. Hasta que, en 1968, a alguien se le ocurrió atribuir a Caravaggio el San Francisco en oración expuesto en San Pietro a Carpineto Romano. ¡Caramba!

A la izquierda, el de San Pietro a Carpineto Romano.
A la derecha, el de los capuchinos.
Hoy se da por original el de la izquierda y por copia el de la derecha.
Aunque es más que posible que los dos los pintara el de Caravaggio.

El cuadro de San Pietro está ahora en un museo, la Galleria Nazionale d'Arte Antica. Sostienen que no es una copia. Los rayos X han mostrado que el pintor (¿Caravaggio?) corrigió la postura del protagonista del cuadro, algo que es más propio de un original que de una copia. El de los capuchinos, en cambio, no tiene nada de eso.

El San Francisco expuesto en el nuevo museo de los capuchinos.

Los capuchinos se irritaron. En el nuevo museo que han abierto los capuchinos en la Via Veneto, al lado de su famosa (y tenebrosa) cripta, exponen al fin al público su Caravaggio. Algo excepcional. Así, todos los caravaggios del mundo (excepto, si no me equivoco, una Conversión de San Pablo) se exponen al público, en museos o iglesias. Pero volvamos a los capuchinos. Es el original, sostienen. ¡Qué tozudos, ellos!

Los caravaggistas se lanzaron a la polémica con los cuchillos afilados. Éste es de Caravaggio y éste no. Éste es el original y éste, una copia. Éste es bueno y éste, no. Etcétera. ¡Cómo les gusta echarse los trastos a la cabeza!

Hay que inclinarse por un partido. El San Francisco de los capuchinos ¿es una copia? Me inclino a pensar que sí, todo lo indica. ¿Una copia de algún caravaggista o del mismísimo Caravaggio? Me da que fue otro de esos cuadros que Caravaggio pintó de dos en dos. 

Si los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuál de los dos pintó o no pintó Caravaggio, lo más posible es que pintara los dos... o no pintara ninguno. Pues, pintó los dos. Que en la copia de los capuchinos le echara una mano un discípulo... Es posible. Pero el mérito tendría que llevárselo también el de Caravaggio. He dicho. Ahora, que lluevan las tortas sobre mí.

Una nota al final. El cuadro de San Francisco en oración es ¡una multa! Así, es, en efecto. Acusado de libelo por llamar Gian Coglione (perdón) a Giovanni Baglione y sostener en público que pintaba con la p... (perdón, otra vez), fue declarado culpable. Se le condenó a pintar dos cuadros, gratis, a falta de oro (porque el personaje siempre andaba escaso de dineros). Uno de ellos, el San Francisco de marras. 

Para saber más:

Sobre el caso San Francesco in preghiera:


Sobre algunas copias:


1 comentario:

  1. Aquest article sí que no està escrit amb la p... És fantàstic! Fins i tot jo he estat capaç de seguir l'embolicada història... ;=)

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