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La guerra del termostato


Termostato bajo llave y carteles disuasorios (y mal escritos).
La guerra del termostato en su apogeo.
(Fotografía de A.V., in situ, Zaragoza.)

No existe nada más difícil para un ingeniero que diseñar un buen sistema de climatización. Para un arquitecto, resulta imposible. De entrada, es imposible que todo el mundo se sienta cómodo con una misma temperatura. Los estudios y estadísticas muestran que siempre, siempre, un 5% de los habitantes del edificio se sentirán incómodos, porque sentirán demasiado calor o demasiado frío.  

Si además hay corrientes de aire, diferencias de temperatura apreciables entre paredes, suelo y techo, ruidos, variaciones de la temperatura demasiado rápidas, etcétera, vamos sumando más y más incómodos al 5% inicial y es fácil, muy fácil, tener un edificio donde la mayoría de sus habitantes quisieran ver muerto al que diseñó el sistema de climatización. 

El edificio de Gas Natural. Su sistema de climatización provocó una epidemia de lipoatrofia semicircular que afectó a cientos de trabajadores de la empresa.

Es triste, pero los edificios más modernos y más chachis del mundo mundial (es decir, los de la Barcelona del Fórum y del 22@) tienen una pésima e ineficiente climatización. Que yo sepa, los funcionarios de la Ciudad de la Justicia o los empleados que trabajan en la sede de Gas Natural quisieran linchar a los responsables de las plantas de climatización. El primer ejemplo es un edificio público bajo gestión privatizada y el segundo es el de una empresa privada pura y dura; los dos, eso sí, son el no da más de la arquitectura contemporánea, aunque su climatización sea una porquería.

Existe el caso de un ente público de la Generalidad de Cataluña que cambió sus oficinas por otras diseñadas por un gurú de la arquitectura bioclimática, Mc Donough, el edificio Ecourban. En su construcción murieron cinco obreros por no cumplirse las más mínimas normas de seguridad y el edificio sirvió para pagar parte de las deudas de una inmobiliaria, Habitat, con la Generalidad de Cataluña. Un posterior examen del edificio (en el que participé) concluyó que era necesario invertir más de tres millones de euros para que el sistema de climatización fuera aceptable (aceptable, que no bueno), pues tanto los equipos como el acabado del edificio no cumplían con ninguna de las especificaciones técnicas originales... por no decir que eran un asco. No hay ni que decir que se pasaron los consejos de los ingenieros por el forro.

Poco después, se anunció la ocupación del edificio por una legión de empleados públicos. El complejo de oficinas, lo más guay del Paraguay, se presentó como (cito) punto de referencia de los edificios sostenibles

Muy poco después, en 2011, se anunció la venta con alquiler garantizado del edificio Ecourban. Tan bueno era el edificio que se desprendían de él con gozo y alegría. La Generalidad de Cataluña se lo había quedado a cambio de perdonar 31,8 millones de euros de la deuda de Habitat (cómo se dejaron engañar). Cuatro años después, lo vendía por 19,4 millones de euros (luego bajó el precio) y se comprometía a pagar un alquiler de 1,6 millones de euros al año. Hagan cuentas, ustedes mismos. (Véase aquí).

Digamos la verdad, el edificio Ecourban es sostenible porque se aguanta en pie y se sostiene, pero su sistema de climatización es una mierda. Al año de trabajar en ese edificio, un 15% de los empleados públicos que trabajaban ahí padecían diversos niveles de lipoatrofia semicircular. La bibliografía médica nos hace sospechar que la incidencia fue en verdad más alta, pues suele afectar a un 30% de los habitantes de un edificio enfermo.

La Dirección del Institut Català d'Energia (ICAEN), con sede en el edificio Ecourban, tomó cartas en el asunto. Según la bibliografía médica, el 95% de los afectados se cura espontáneamente una vez abandona su lugar de trabajo. Ésa sería la razón que explica una reducción de plantilla de la institución de más del 40% entre 2012 y 2013 (sin convocar un ERE, por cierto). Todos los que padecieron la enfermedad y la denunciaron han acabado en la calle y la institución ha acabado con la epidemia y con las quejas. Quiero creer que es casualidad, pero prefiero que sean ustedes los que saquen sus propias conclusiones.

Más en:
http://www.gencat.cat/treball/doc/doc_34429608_2.pdf (con faltas de ortografía incluídas, y no pocas).
http://www.istas.ccoo.es/descargas/Daniel_Rodriguez.pdf (sobre la lipoatrofia semicircular en la sede de Gas Natural).

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