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El David de ArmaLite


Armalite fabrica armas de fuego desde 1954. Diseñó el AR-15 y lo vendió a Colt. El actual fusil de asalto del ejército de los EE.UU. es una evolución del AR-15, uno de los mejores diseños de armas automáticas del siglo XX. Otros fusiles de Armalite están en el origen de los mecanismos del SA80 británico o del G36 alemán. Pero, por una cosa o por otra, la empresa cesó sus actividades en los años setenta. 

En 1996, volvió a renacer. Ahora se llama ArmaLite, Inc., y tiene su sede en Geneseo, Illinois, EE.UU. Resucitó gracias a los rifles para francotiradores basados en un diseño del Eugene Stoner, su ingeniero jefe. Cuando se pusieron de moda los fusiles de gran calibre para francotiradores gracias a la Guerra del Golfo, ArmaLite se forró vendiendo su AR-50 a los norteamericanos que querían un cañón en casa, o poco menos.

He dicho un cañón y lo sostengo. El cacharro pesa más de 15 kg, mide más de metro y medio de largo y tira una bala del calibre .50, que es de 12,7 mm. ArmaLite sostiene que podría hacer blanco (contra alguien, y despachurrarlo) a casi dos kilómetros y medio de distancia. Una burrada.

No sé si saben que ArmaLite ha provocado hace muy poco una seria crisis diplomática. No se le ocurre nada mejor a ArmaLite que presentar este años su AR-50A1 como Una obra de arte. En fin, es una opinión. Pero de la manera siguiente:

No es broma, se anuncia así.

Los italianos se lo han tomado muy mal. Su ministro de Cultura (tienen uno, como nosotros) ha saltado diciendo que este anuncio es inmoral e ilegal (sic) y los italianos de a pie, y más los florentinos, han añadido palabrotas de difícil traducción a lo dicho por el ministro. 

La verdad, el anuncio tiene mucho de obsceno. Es una aberración que quita el hipo. Porque se puede jugar con el sentido del humor, si uno quiere, y el David ha sido y será blanco de muchas bromas. Pero resulta que el AR-50A1 no mueve a risa, que es un fusil de francotirador pensado para volarle (literalmente) la cabeza a dos kilómetros de distancia. Es perverso anunciarse así. Llamativo, también. Quizá el anunciante buscaba la polémica, no se descarta.

Ahora quiero que presten atención al detalle. Busquen la pilila del David en el anuncio de ArmaLite. ¡Caramba! No se ve. Anda detrás de una hoja de parra. Será el equipo de camuflaje del francotirador, se supone, pero nos da que no van por ahí los tiros (y nunca mejor dicho). 

El anunciante sabía que el David en pelota picada resulta indigesto para sus clientes, que no dudan en meterle a usted un balazo por menos que nada, pero que no soportan la visión de un pito, ni que venga esculpido por el genial Michelangelo. El cliente de ArmaLite considera que andar por ahí enseñando la verga es motivo suficiente para dispararle a uno. Es así. Venga, pues, la hoja de parra. Dos mutilaciones en un mismo anuncio: la honda por el fusil, la chorra por la parra.

Éste es el de verdad, en pelota picada.
Un cliente de ArmaLite puede comprar una arma para matarle a usted, tan tranquilamente, pero no soportaría esta visión sin escandalizarse. 

Si Freud viviera y contemplara el anuncio de ArmaLite, con ese hermoso muchachote tan fornido y viril sosteniendo un pedazo de fusil que parece un cañón,  de grande, potente y poderoso, pero con las vergüenzas disimuladas por una hoja de parra, no vayan a verse, nos escribía ahora mismo un libro y parte del otro sobre el complejo de David. Es que da para pensar, y mucho, y nada bueno, si me permiten opinar.

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