La enseñanza púbica en la antigua Grecia.
Y no lo he escrito mal.
Cuentan que los antiguos griegos despreciaban a los persas. Los consideraban afeminados por llevar pantalones. Ellos, no, ellos eran muy machotes porque iban con faldita, y corta, y pese a lo que digan las películas de romanos, ¡todavía no se habían inventado los calzoncillos! Algunos, los más machotes de todos, se atrevían a luchar desnudos, cubriéndose apenas con el escudo.
Cierto es que la idea de los griegos de ser machotes no era la que hoy tenemos: los maestros se cepillaban a sus alumnos, era la costumbre, y los machotes practicaban la sodomía entre sí cuando iban de juerga. Se dejaban querer por sus señoras una vez regresaban a casa portando el escudo y no sobre él, entonces y sólo entonces.
De juerga.
Recordemos que, en la antigua Grecia, la posición de sumisión y humillación de la mujer durante el coito (por lo tanto, la posición favorita del machote griego descrito) era aquélla en que la mujer se situaba encima y hacía todo el trabajo. Seguramente, lo haría cuando el marido venía cocido de la juerga que se había corrido con sus amigos y no sabía lo que se hacía. Lean la Odisea, si no me creen. Mejor, el juramento de Lisístrata.
De todo ello se deduce que la supervivencia de la sociedad griega no se debe a su legislación, su filosofía, su cultura, su organización política o su pericia con las armas.
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