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La historia más increíble jamás contada (uno que dimite)


Lo pillaron llevando la moto borracho, sin casco y saltándose los semáforos.
Por suerte, ni se mató ni mató a nadie.

El pasado domingo, en Madrid, a las siete y media de la mañana, unos urbanos mandan parar a don Enrique López por andar en moto con una curda como un piano, sin casco y sin respetar los semáforos en rojo. Sobrepasa en no sé cuántas veces el límite máximo permitido de alcohol en la sangre. Don Enrique López suponemos (es un suponer) que venía de una juerga de ésas que hacen historia y ha tenido la buena suerte de no matarse o no matar a nadie y la mala suerte de ser pillado en falta. 

No habría mucho más que decir si don Enrique López no hubiera sido uno de los magistrados del Tribunal Constitucional. ¡Caramba! Tan mayorcito y... En fin, que el hombre se identifica, admite su falta y culpa y dice que va a asumir todas las consecuencias de sus actos. Al día siguiente, dimite de modo irrevocable. Ya no es juez del Tribunal Constitucional, ahí queda eso.

El tipo es, era, uno de los jueces más discutidos del tribunal, por su relación demasiado íntima con el PP y la FAES y por sostener en público una ideología neoconservadora radical, de ésas que echan para atrás. Una manera como cualquier otra de hacer amigos. Su caso recuerda a los de Esperanza Aguirre, Miguel Ángel Rodríguez o Ignacio Uriarte, pero concluye de forma muy diferente.

Porque ha dimitido, rápida y efectivamente. Al día siguiente, lunes, sin ir más lejos, a primera hora. Me han pillado, admito mi error y me voy, por el bien de la institución, por no mancillarla y tal. Pocos, muy pocos, pueden decir tal cosa en esta España que nos ha tocado conocer. 

Gracias a ella, darse a la fuga después de atropellar a un guardia se llama hacer un Aguirre.

Sin salir del PP, nos abruma la cantidad de cargos del partido que, pillados en falta o con sobre, allá siguen, dando la murga y avergonzándonos. En las filas de ERCiU también hay imputados por cosas tan diversas como tratos con la mafia rusa, el contrabando de tabaco o el amañar concursos públicos, y no me extiendo más. Esto, en la derecha. A la izquierda no pinta mejor. Lo del PSOE y los sindicatos en Andalucía y lo del PSCiU en la sanidad pública catalana no tiene perdón de Dios y aquí no dimite ni la abuela. También les recordaría los millones (de euros) que se gastó un consejero de IC-V en decorar la sede de sus oficinas siguiendo el feng-shui, en plan buen rollo.

Luego se preguntan por qué sale Podemos o por qué tiene éxito el populismo más rancio que quiere romper con el orden establecido, en España en general y en Cataluña en particular. El porqué es complejo e hijo de muchas causas, pero una de ellas será, sin duda, que las autoridades pilladas en falta no hacen como don Enrique López ha hecho. Esto es, dimitir rápida y efectivamente así que se percibe que su ejemplo pueda ser empleado para cargar contra las instituciones. No soy de la cuerda del señor López. Su ideología y la mía se parecen como un huevo a una castaña. Pero hay que reconocerle el mérito. Es lo justo.

Dicho esto, una nueva dimisión (llamada abdicación) me ha echado al traste el comentario, que ya no interesará a nadie. Qué oportunidad perdida, qué pena. 

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