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¡A bastonazos!


Bailan dándose con esta cachiporra.
Es un baile difícil, que requiere práctica.

Lo más habitual es llevar una cachiporra en cada mano.
Éstos son bailarines de reserva. Los bailarines se van turnando, porque el baile exige mucho esfuerzo físico y se producen bajas por lesión. La lesión más frecuente es un dedo machacado por la cachiporra del vecino. Alguna vez (muy rara vez) se han llevado la crisma de un guiri por delante.

A mí me van las pólvoras, pero los bailes a bastonazos tienen muchos seguidores. Está el ball de bastons (baile de bastones), que marca el ritmo de chirimías y tamboriles con el entrechocar de unas cachiporras, y el de los pastorets (pastorcillos), que se dan de zurriagazos, éstos sí, con bastones de verdad. Son bailes rudos y violentos y se han sumado las mozas hace relativamente poco. En su día ¡no fueron pocas las quejas! ¿Qué hacen las mujeres ahí? gritaban. Pero hoy ya se considera algo normal y nadie protesta.

El baile más antiguo de la procesión es la moixiganga, donde se representan los pasos de la Pasión de Cristo. El uniforme es muy parecido al de los bastoneros y pastorcillos, con variantes. En 1984, estuvo a punto de desaparecer, pero los indígenas se tomaron su recuperación muy en serio.

Los pastorcillos, dándose de bastonazos.

Dejando a un lado la moixiganga, un baile que, éste sí, viene de antiguo, los bailes a bastonazos son los que más se remontan en la noche de los tiempos.  Las primeras fotografías de los bailes populares de la población muestran siempre a unos cuantos indígenas cachiporra en mano, prestos al baile, cuando todavía no había ni gigantes ni cabezudos ni

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