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El Museo Marítimo



De pequeñito, disfrutaba enormemente yendo al Museo Marítimo. Me fascinaba la maqueta a escala real de la galera de don Juan de Austria, enorme a todas luces, pero me fascinaban más todavía las de galeones, navíos de linea, vapores, corbetas... ¿Flotarían en la bañera? Mi imaginación trabajaba a destajo entre tantas miniaturas. Andaba un medio antepasado nuestro colgado en las paredes, héroe en la Guerra de Cuba por evadir el cerco de los yanquis, un señor con barba y catalejo, y nos gustaba presumir de ello. Echo de menos ese aire de museo que es él mismo una pieza de museo. 


Ahora está en reformas. Han restaurado muy bien las atarazanas, pero el museo en sí sigue cerrado. Hacen exposiciones, mientras tanto (la de los viquingos no está nada mal), y prometen abrir pronto un museo renovado. Ay, temo que ya no será ese viejo museo lleno de polvo y recuerdos... ¡pero cuántas ganas tengo de volverlo a visitar!

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