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Los tanques volantes de J. Walter Christie


Modern Mechanics (and invents), una revista interesantísima.

¿Cuándo comenzó a pensarse seriamente en la idea de un tanque volante? ¡Quién puede decirlo! Porque la idea tiene muchos padres y la imaginación popular hizo el resto. En los años veinte y treinta del siglo XX nació la ciencia-ficción moderna y nació de la mano de las revistas de mecánica, ingeniería y divulgación científica, que se vendían como rosquillas. La popularización del automóvil, la radio o los electrodomésticos, las grandes fábricas o centrales eléctricas, la aviación, los rascacielos y un largo etcétera de novedades fascinaban y excitaban al público, que quería saber más y soñar con un futuro mejor. 

Para un lector de los primeros años treinta, esta visión era asombrosa.

En la Unión Soviética, la industrialización y la tecnología mostraban el triunfo del socialismo; en los Estados Unidos, mostraban el triunfo del ingenio y la libre empresa; en ambos casos, eran utopías en las que los lectores querían creer. En éstas, asomó la idea del tanque volante en las revistas populares y de ahí no volvió a salir en muchos años.

Uno de los automóviles de carreras de Christie.
Sus diseños automovilísticos fueron revolucionarios.

En los Estados Unidos, gran parte del éxito de la idea del tanque volante se debe a J. Walter Christie (1865-1944), ingeniero e inventor. En su juventud se dedicó a los automóviles de carreras, que diseñaba y pilotaba él mismo. Verdaderas extravagancias tecnológicas, fruto de una ingeniería muy por delante de los demás. Dicen que inspiró al mismísimo Vincenzo Lancia con la suspensión de un automóvil con tracción delantera (después de chocar con él). Casi se mata intentando batir una marca automovilística en 1907. Se retiró de la competición.

Una fantástica pieza de museo, el camión de bomberos Christie (1913).

De los automóviles de carreras a los taxis de Nueva York (un fiasco), a los camiones de bomberos (le fue mejor) y de los bomberos, al ejército, pues comenzó a diseñar vehículos militares durante la Gran Guerra. Un cañón autopropulsado en 1916, un vehículo anfibio sobre orugas para los marines en los años veinte y hacia 1928, su primer chasis de carro de combate. 

Un cañón de 155 mm autopropulsado, diseñado por Christie en 1916.
Nunca se empleó en combate, pero sirvió para replantear muchas cosas.

La suspensión de este carro de combate era revolucionaria. Sustituyó las ballestas por muelles y amortiguadores y empleó ruedas de gran diámetro. El carro podía desplazarse a una velocidad asombrosa y sortear terreno muy difícil. 

Christie, en la torreta de uno de sus carros de combate para el ejército americano.

Christie no se conformó con tan poca cosa. No me van a creer, pero los carros de combate son máquinas frágiles. No pueden recorrer grandes distancias sobre sus cadenas. Han de ser transportados por carretera o ferrocarril hasta las proximidades del campo de batalla. Christie propuso quitar las cadenas a sus carros de combate y que éstos se desplazaran por carretera como un camión o un automóvil. Tal cual. Al llegar al campo de batalla, se volvían a poner las cadenas y ya teníamos de vuelta al carro de combate. 

¡Original! ¡Brillante! Aunque luego no resultó muy práctico. Pero del carro de combate con ruedas y orugas al tanque volante hay apenas un paso. Se le ocurrió pensar en voz alta y decir que podrían sujetarse unas alas y un motor de aviación a uno de sus carros ligeros. Consideró que era factible y que podía hacerse. Además, la idea era una golosina para su ingenio y podemos asegurar que le fascinó desde el primer día.

El primer prototipo de carro de combate con la suspensión Christie es de 1928. En julio de 1932, la revista Modern Mechanics dedicó un buen espacio a la idea de Christie. Reproduzco el artículo gracias a las imágenes publicadas por http://blog.modernmechanix.com/. Échenle un vistazo (al blog, también, que es muy divertido).







Christie coincidió con otro inventor, Vincent Burnelli. Burnelli había hecho algunas pruebas transportando automóviles que colgaban de la panza de un avión y la idea de Christie se aproximaba bastante a lo que él proponía. Tanto fue así que Burnelli propuso a Christie trabajar juntos en el tanque volante y trabajó en el diseño de sus alas. En 1933 publicó una primera propuesta para colgar un tanque Christie bajo la panza de un bombardero norteamericano.

La idea de Burnelli.
El problema era el aterrizaje, por si no habían caído en ello.

Sin embargo, la idea del tanque volante no fue más allá. Aunque sí la idea de transportar un tanque por los cielos. Consta que el ejército de los EE.UU. trabajó con esa idea durante unos años, antes de entrar en la Segunda Guerra Mundial, aunque descartó el método propuesto por Burnelli. Pero de eso hablaremos más adelante.

Fotomontaje de un bombardero B-17 B con un carro diseñado por Christie colgando de la panza, según la idea de Brunelli (c.1940). Para poder volar, el carro tendría que haberse situado un poco más atrás y resulta difícil creer que el B-17 B podría levantar tanto peso. Además, ¿aterrizaría y despejaría sobre las orugas del tanque? Éste es un carro diseñado por Christie con un cañón de 37 mm montado en casamata, que nunca fue adoptado por el ejército norteamericano. Pero ésta es la idea.

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