Hace unos días, una amiga me envió el enlace a una noticia curiosa. Alguien había estrellado un automóvil contra el escaparate de una librería, con alevosía y nocturnidad, para ¡robar libros! En Barcelona. Citaba la librería afectada por el asalto y mostraba la filmación de seguridad de la librería y la que hizo un vecino aficionado desde el balcón.
Estuve tentado a comentar la noticia en El cuaderno de Luis. Se publicó en los periódicos, asomó a la televisión... Al final, no lo hice, aunque la guardaba en la recámara, porque merecía una reflexión sobre qué mal anda el mundo de los libros (o lo mal que anda la gente). ¿Y qué viene a continuación?
¡Que era una campaña publicitaria! Así, como les cuento. Todo era una broma, si quieren llamarla así. La librería (compinchada) no había denunciado nada, pero ningún periodista se molestó en preguntar a la policía, ni siquiera a los presuntos testigos. Vieron la noticia en el yutú y en tuiter y se la creyeron. El público, con el permiso de la prensa, picó el anzuelo que ya habían picado los periodistas y ¡ya ven! Nos han pillado a todos con los pantalones bajados y descubierta la trampa, comienzan los aplausos y los vítores.
La campaña viral (la llaman así) es de Editorial Malpaso, que publica una literatura comprometida y tiene un equipo de comunicación que merece un chapeau!
Aquí tienen su video, publicidad gratis. ¡Lo que hay que ver!
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