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Bartolo Gigante, Homo Neardenthalensis Suburensis


El papá de Bartolo Gigante.

Un neandertal es como Quico Homs, pero con más pelo, para que nos hagamos a la idea. Es, en propiedad, un simio del género Homo, de la especie Homo Neardenthalensis. Se extinguió hace 28.000 años, o por ahí, y no se sabe muy bien por qué. Habitó en Europa y Asia Occidental durante unos doscientos mil años, en el Pleistoceno, y dominaron la piedra y el fuego, situándose en medio de las culturas paleolíticas. Esto, mejor lo leerán en las enciclopedias.

Compartió parte de su historia con otro Homo, el Homo Sapiens, nosotros. Dicen los genetistas que nosotros y los neandertales somos primos hermanos, que podríamos proceder de un mismo antepasado común, que incluso podríamos haber llegado a convivir juntos y esa vida en común es todavía objeto de polémica. 

Unos dicen que el Sapiens y el Neanderthal convivieron tan amigos que se dieron casos de compartir hembras con el vecino. Estos mismos afirman que una (pequeña) parte de nuestra herencia genética podría tener un origen neandertal por esa misma causa, porque no teníamos manías a la hora de hacer favores. Pero otros piensan que las cosas no fueron tan bonitas, que nosotros, simplemente, nos cargamos a los neandertales y que si hubo mezclas, fue por abuso. ¡Buen comienzo, el de la humanidad!

Intrépidos paleontólogos intentando llegar al yacimiento de la Cova del Gegant, en Sitges.

La verdad está ahí, oculta, y los paleontólogos están para descubrirla. En éstas, no se les ocurre nada mejor que colgarse con cuerdas por un acantilado de las Costas del Garraf, en el término municipal de Sitges, y meterse en una cueva que también se las trae, con grave riesgo de romperse la crisma. En efecto, para ser paleontólogo es necesario ser un gran científico, pero también estar poseído por la chispa de insensatez y locura necesaria para querer romperse el cuello en pos de un hueso viejo. Cómo los admiro, aunque a mí no me verán cuerda abajo.

¡Paleontólogo va!
Para que luego digan que la ciencia no es una aventura.

Hace cincuenta mil años, esa cueva, llamada del Gigante (en original, en catalán, la Cova del Gegant), no estaba en un acantilado, justo encima del mar, sino tierra adentro. Era refugio de hienas y neandertales. Simultáneamente, no, se supone; ahora los neandertales, ahora las hienas, haciendo turnos. Hoy ya no quedan neandertales (excepto, quizá, Quico Homs) y las hienas no se refugian en las cuevas, sino en las grabaciones del pequeño Nicolás. ¡La vida era muy diferente entonces!

El botín de los paleontólogos, Gigante 4 y Gigante 5.

Pues, como decía, después de jugarse el tipo colgándose de cuerdas y metiéndose de cabeza en cuevas angostas, con grave riesgo de salir perjudicado, un grupo de jóvenes y entusiastas investigadores de la Universidad de Barcelona han dado con dos huesecitos de neandertal que tienen 55.000 años, mes más, mes menos. A vista de profano son bien poca cosa, dos trozos de una mandíbula (uno, con algún diente) y un pedazo de húmero.

Los expertos, sin embargo, han podido precisar el sexo (un niño), la especie (un neandertal), lo viejo que es y la edad del finado cuando murió (calculan que tendría entre cinco y siete años). No se sabe por qué murió, pero lo han encontrado entre los restos de la carroña que se zampaban las hienas, aunque sin marcas de dientes de esos canes. 

Los investigadores se inclinan a pensar que todos los huesos eran del mismo niño (aunque no pueden asegurarlo con certeza) y señalan que las hienas se lo zamparon, seguramente cuando ya estaba muerto, aunque podría ser que no, que lo dejarán para después. Que no haya raspaduras de colmillos en los restos de la criatura pone el asunto en suspenso y también podría ser que fuera enterrado o abandonado por sus padres. Habrá que verlo, examinando los demás huesos alrededor y su disposición.

El hallazgo es notable. Son raros los fósiles de neandertales, y mucho más raros en Cataluña (que pasaba por lugar poco poblado de personas, en aquel entonces). Parece ser que el niño sería el niño catalán más antiguo conocido (aunque haya fósiles de adultos más viejos) y uno de los mejor analizados, porque se ha excavado con sumo cuidado, científicamente y con un método exquisito. El descubrimiento se ha publicado en el Journal of Human Evolution y ha merecido los aplausos del público paleontológico (de los que no se han partido la crisma cueva abajo).

Los científicos llevaban tiempo detrás de la cueva del Gigante. En los años cincuenta dieron ahí con una mandíbula y dos dientes que sólo recientemente se han clasificado como neandertales. En total, van cinco fósiles de cuatro individuos (además de caca de hiena fósil y huesos sobrantes de sus banquetes, restos de hogueras, alguna herramienta de piedra...). El yacimiento promete, pues queda un trozo por explorar.

Los audaces investigadores con los restos de Bartolo Gigante en la mano.

Los restos del niño se han bautizado Gigante 4 y Gigante 5 (Gegant 4 y Gegant 5 en catalán), por el nombre de la cueva y el número de fósil que han catalogado procedente del lugar. Muy frío, muy aséptico, muy paleontológico, como tiene que ser. 

En la presentación de los fósiles ante la prensa, surgió la polémica, para animar el asunto, que dormía a las ovejas. Uno de los investigadores (Fullola) propuso llamar Bartomeu (Bartolomé) al niño, porque Bartolomé es el santo patrón de Sitges, municipio al que pertenece la cueva del Gigante. Bartolo, el neandertal de Sitges. No queda mal, ¿verdad?

Bartolo (sobre la mesa), Daura y Sanz.

Pero otros dos investigadores presentes (Daura y Sanz) no siguieron la broma, porque piensan que esa moda de bautizar a los restos fósiles como si fueran de la familia es poco seria y que, en fin, ponerle el nombre de un santo a un neandertal... 

No llegaron a las manos y fueron todo risas porque son gente sensata y prefieren partirse la crisma colgándose por los acantilados del Garraf. El humor está siempre presente entre personas juiciosas e inteligentes y era cosa de ver qué contento estaba todo el equipo, con los huesecitos sobre la mesa, posando para los fotógrafos. A todos, a todos sin dejarme uno, felicidades, muchas felicidades y enhorabuena.

En fin, Bartolo Gigante (Tomeu Gegant) pasa a ser uno de nuestros antepasados más ilustres. Miento. Siendo niño, no dejaría descendencia antes de morir, así que no podríamos proceder de él. Los antepasados fueron los otros, los que quizá lo enterraron o los que quizá lo dejaron ahí, para pasto de hienas, que es algo que resta dilucidar ahora mismo. 

En cualquier caso, hablando en puridad, Bartolo Gigante es en verdad el habitante de Sitges más viejo del que se tiene noticia y uno se pregunta cuándo harán el gegant de Bartolo Gigante para sacarlo a pasear en la Fiesta Mayor. ¡Qué moros y qué cristianos, habiendo neandertales!

Más en:
R. Quam, M. Sanz, J. Daura, K. Robson Brown, R. García-González, L. Rodríguez, H. Dawson, R. F. Rodríguez, S. Gómez, L. Villaescusa, Á. Rubio, A. Yagüe, M. C. Ortega Martínez, J. M. Fullola, J. Zilhão, J. L. Arsuaga. "The Neandertals of northeastern Iberia: New remains from the Cova del Gegant (Sitges, Barcelona)". Journal of Human Evolution, abril de 2015. Doi: doi:10.1016/j.jhevol.2015.02.002
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