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Imperios del mar



Ático de los Libros publicó en 2013 Imperios del mar (Empires of the Sea), de Roger Crowley, traducida por Joan Eloi Roca. Acabo de leerla y me lo he pasado muy bien. No podemos dejar así las cosas, así que diremos algo más.

La historia no es ni tiene por qué ser aburrida. Es cierto que los ensayos académicos sobre tal o cual cuestión pueden provocar indigestión, pero no es menos cierto que el ensayo histórico es un género donde abundan libros rigurosos y bien documentados que se leen de cabo a rabo y no se pueden dejar de leer. Imperios del mar es un ejemplo de esto que digo y trata sobre la lucha por el poder en el Mediterráneo en el siglo XVI. 

A mi derecha, los turcos, que después de haber hecho caer Constantinopla ponían sus ojos en Occidente. El sultán de la Sublime Puerta era el nuevo César de un gran imperio en expansión, poderosísimo y en apariencia imparable. El dominio del Mediterráneo (el Mar Blanco lo llamaban) era el paso previo para imponerse sobre Europa y el infiel. Su poder era terrorífico.

A mi izquierda, el rey de España, pero también la República Serenísima de Venecia, el papa y el resto de los reinos cristianos, que comenzaban a zurrarse entre sí por herejías y protestantes y sentían en el cogote el aliento del peligro. A principios del siglo XVI, la amenaza del turco no era cosa de risa, puesto que sus galeras parecían invencibles y los corsarios de Berbería asolaban las costas de España e Italia sin que hubiera manera humana de pararles los pies. Viena ya había sufrido un sitio y los turcos paseaban por Hungría y los Balcanes como Pedro por su casa.

No hace falta añadir sal o pimienta a ese encontronazo entre Oriente y Occidente. El autor comienza por el sitio de Rodas y acaba en Lepanto. Por el camino, veremos aparecer figuras míticas como Barbarroja, Solimán el Magnífico, Andrea Doria, los caballeros hospitalarios, don Juan de Austria y tantos otros. Sabremos qué hacen en nuestras costas las llamadas torres del Moro y comprenderemos el terror que provocaban los piratas. Solimán el Magnífico contra Carlos, el Emperador, César contra César. ¡Ríanse de Juego de Tronos y demás chucherías! Ésas no son más que imitaciones.

La Liga Santa contra el Turco, zurrándose en Lepanto.

Crowley carga las tintas en el intento de conquista de Malta, que marca un punto de inflexión en la guerra entre unos y otros, convirtiéndolo en el centro y cénit del libro. La precipitación de los acontecimientos hacia la batalla de Lepanto es también notable, por cómo ha sido tramada y narrada por el autor, mostrándonos cuán cerca estuvo de ser catastrófica.

En resumen, un acierto. Entretenida, rigurosa, fácil de leer y tramada por un autor que además de historiador, parece guionista de aventuras. Muy recomendable, en suma. 

Ahora sale otro título del autor, que también publica Ático de los Libros, 1453, que va de la caída de Constantinopla y pinta muy bien.

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