Quien tenía las esperanzas puestas en el nuevo gobierno de la Generalidad de Cataluña para que mejore la sanidad pública, puede ir agarrándose, porque el consejero de Salud ya ha dicho públicamente (en sede parlamentaria, además) que no, que no tiene arreglo.
Lo primero que dijo su antecesor, don Baudilio (a. Boi) Ruiz, sólo pisar su despacho fue que nos hiciéramos un seguro médico privado si teníamos la intención de ponernos enfermos. ¿No lo recuerdan? Acto seguido, comenzó el destrozo intencionado y metódico de la sanidad pública catalana.
Datos oficiales sobre el recorte en sanidad per cápita en Cataluña.
El presupuesto, ya entonces insuficiente y cercano a los 10.000 millones de euros, es hoy de 8.400 millones, con suerte. Además, es menos público que hace cinco años, puesto que se han externalizado (eufemismo) muchas actividades médicas, pruebas clínicas, etc., se ha privatizado la gestión (otro eufemismo) de muchos centros públicos, se han reorganizado (más eufemismos) muchas áreas de actividad y se han reestructurado las plantillas (miles de médicos y enfermeras se han quedado sin trabajo) y hoy mismo hay cientos (cientos) de camas hospitalarias menos que en 2010 y unas listas de espera que, maquilladas varias veces, siguen siendo mucho más largas que entonces. También se ha resentido la esperanza de vida de los catalanes, por cierto.
El malestar está ahí, pero se disimula y distrae.
En estos últimos cinco años, además, la corrupción en el sector sanitario público nos ha procurado escándalos sin número. San Pablo, INNOVA, los señores Crespo, Prat o Padrosa, entre muchos otros, el Hospital Clínic, las prótesis caducadas de Traiber (con miles de pacientes afectados), la venta de los datos médicos de los catalanes a través de VISC+, pese a la prohibición del Parlamento de Cataluña y al no pedir permiso a los pacientes (una venta que sigue en marcha hoy día), el retraso del pago a las farmacias... ¿Sigo?
Don Baudilio ya no es consejero de Salud, tras tan maravillosa gestión. No le faltará trabajo en algún consorcio sanitario; el tiempo dirá.
El nuevo consejero de Salud, guay del Paraguay.
Lo primero que ha dicho es que esto no tiene remedio.
Ahora, el consejero de Salud es Antonio (aunque se hace llamar Toni) Comín, un personaje licenciado en Filosofía y Ciencias Políticas, profesor de Ciencias Sociales de ESADE, que pasó por el PSC y cuando vio que el PSC ya no se comía un rosco, fiel a sus ideas de siempre (las que sean), dio el salto a la derecha y se apuntó, junto con la antigua consejera de Salud, doña Marina Geli (¡otra!), al procesionismo, torpedeando al PSC desde dentro y abandonándolo acto seguido. En agradecimiento a los servicios prestados, ERC, a través de Juntos por el Sí, le ha premiado con el butacón de consejero de Salud. En su vida ha trabajado en el sector sanitario, aunque hablaba mucho de él.
¿Qué es lo primero que ha dicho este caballero una vez en el cargo? Lo repito. En sede parlamentaria, después de alabar la tarea de su antecesor (sic, y manda huevos), declaró que la sanidad (pública) catalana no tiene arreglo, que está muy mal y que si no nos dan mil millones de euros y además, la independencia, no la podrá arreglar. Con dos cojones.
Pero...
Mientras tanto, según consta en una nota de prensa del Gobierno de la Generalidad de Cataluña (ésta), nuestros líderes patrios se han roto los cuernos y han puesto todo su empeño para que unos chinos monten un hospital de curanderos en Barcelona.
Ponen todas las facilidades habidas y por haber para que un consorcio de hospitales (eufemismo), universidades y centros de investigación (id.), además de empresas privadas (eh, privadas), reunidas con el permiso del gobierno de Pequín (no del gobierno chino, sino del de la administración municipal de la ciudad) monte un Centro de Medicina Tradicional China en unos terrenos públicos y con letras mayúsculas, que la Generalidad de Cataluña cederá gratuitamente. No sólo cederá los terrenos. Hará mucho más que eso.
Cede parte de las oficinas de sus propios servicios para que los chinos puedan montar el negocio (porque es un negocio, un hospital con ánimo de lucro). Serán oficinas de la sede de ACCIÓ, en Barcelona, una agencia prevista para promover la competitividad de las empresas catalanas (que no chinas).
Más todavía. Crearán un máster oficial de Medicina Tradicional China que será impartido conjuntamente por la Universidad de Barcelona (UB) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Ya saben, pagando... En Zaragoza, Boiron paga (o pagaba) una cátedra de homeopatía y muchos colegios de médicos y enfermeras, se inclinan ante el negocio que suponen unas prácticas pseudomédicas. Es una vergüenza que las universidades ofrezcan y no dejen de ofrecer estudios para dar lustre a timos reconocidos, que no tienen fundamento científico alguno (véase, por ejemplo, aquí). Progresar en la ciencia y el conocimiento es lento, duro y difícil, pero dejar la puerta abierta a la estupidez es tan fácil...
Los chinos tendrán su máster gratis gracias a la ayuda de las universidades antes dichas (públicas). Pero suma y sigue, porque habilitarán provisionalmente parte de la Maternitat para hacer el seguimiento de las víctimas... perdón, de los pacientes, de los curanderos chinos, con tal de (cito) hacer un seguimiento de la efectividad de los tratamientos de la Medicina Tradicional China (escrita así, con mayúsculas, que es más guay). ¡Ya se conoce esa efectividad, caramba! Pero ellos, erre que erre, para buscar fotografías con bata blanca, que molan mucho en la publicidad del timo.
Al parecer, en esa ala de la Maternitat se combinarán los tratamientos médicos (de verdad) con los remedios de la abuela (china). Si alguien se cura, será por los tratamientos de la abuela (china), no por la medicina de verdad, naturalmente. Médicos del Hospital Clínic perderán su valioso tiempo en este experimento pagado por todos. Se abrirán líneas de investigación relacionadas con este ámbito en el IDIBAPS (el centro de investigación biomédica dependiente del Hospital Clínic), dicen. Etcétera. No sólo privatizan una parte importante del Clínic y emplean recursos públicos para atender a pacientes de pago, como hasta ahora, sino que encima desviarán a sus médicos a investigar tonterías. ¡Premio!
¡Más! Será (cito) un ecosistema que se completará con la creación de un centro cultural que difunda este tipo de medicina milenaria [sic] y con la obertura de un instituto de asistencia y soporte en el reconocimiento y uso de las hierbas utilizadas en medicina tradicional china en Cataluña, añade la nota. Así darán carta de reconocimiento al consumo de pene de tigre y cuerno de rinoceronte, me imagino.
Fotografía publicada por la Generalidad de Cataluña en la que aparece el señor Baiget (el calvo, en el centro) rodeado de los firmantes del convenio con el consorcio de curanderos pequineses.
Para más cachondeo, no es el consejero de Salud el que presenta el proyecto en sociedad, sino el señor Baiget, que es consejero de CDC... eh, perdón, de Economía y Conocimiento. Recuerden, es un negocio (en gran parte, también un timo). Lo de la salud pública aquí no importa.
Para que unos empresarios chinos monten un chiringuito de curanderos en Barcelona (en el que piensan gastarse 80 millones de euros, tela) todo son facilidades y regalos. Ahora bien, para que el gobierno de la Generalidad de Cataluña haga algo por la medicina de verdad, por la investigación médica, por la sanidad pública... ¡lo que sea! No me parece que pongan el mismo empeño. Si lo hacen, no se nota, no consta, no se recuerda. Al contrario, se dice que no tiene remedio.
Seguro que saldrá alguno diciendo que la medicina tradicional china o los remedios de la abuela (china) son muy, muy, pero que muy buenos y que lo mío es maldad y cerrazón. Vale. A los datos me remito.
Lineas por las que fluye la energía vital en un chino.
Nadie ha conseguido nunca demostrar que estas líneas existen.
La esperanza de vida en China cuando se aplicaba la medicina tradicional china era de 40 años. Desde que la constitución china obligó a emplear la medicina (moderna) en China, la esperanza de vida ha crecido hasta los 75 años. Deprisa y espectacularmente, además. Recordemos que el primer país en perseguir la acupuntura por considerarla peligrosa (sic) y consistir en un engaño a sus pacientes fue China, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando fue prohibida su práctica por el gobierno imperial. Una práctica recién nacida, por cierto, gracias a la importación de agujas del Reino Unido. O sea que de milenaria, nada.
No toda la medicina tradicional china es ineficaz, cuidado. Parte de la fitoterapia funciona, porque muchas plantas contienen principios activos que pueden curar algunas enfermedades o aliviar algunos males. ¡Esto es más viejo que el hambre! Que existen las plantas medicinales es más que sabido.
Por ejemplo, el ácido acetil-salicílico (la aspirina o etanoato de o-metil oico-benceno) se extraía de la corteza del sauce hasta que se aprendió a sintetizar en laboratorio y hoy en día es posible asegurar la pureza del principio activo y su dosis exacta gracias a la tecnología, cosa que una infusión no asegura. Pero que el principio activo del ácido acetil-salicílico está presente en la corteza del sauce es cierto. Lo que no es cierto es que sea mejor la infusión que la pastilla.
Ahora bien, dejando parte de las plantas medicinales a un lado, no existe evidencia científica suficiente para poder asegurar que la acupuntura, la digitopuntura, la moxibustión, el chi kung o muchas otras creencias y supersticiones relacionadas con los remedios de la abuela (china) funcionen más allá del placebo. En su mayor parte, no tienen fundamento científico o lógico alguno y son una engañifa. Los cinco elementos, el flujo energético, el chi, los meridianos... son cuentos chinos, permítanme el chiste.
Sitios donde pinchar a un paciente con agujitas.
Según los creyentes, las agujas equilibran los flujos energéticos del espíritu vital.
Según los escépticos, los pinchazos pueden generar endorfinas.
Más o menos las mismas que se generan cuando se come una guindilla.
Lo demás, cuento, un cuento chino.
No son remedios inofensivos. Algunos principios activos tienen efectos secundarios no deseados. Algunas prácticas pueden provocar lesiones o infecciones. Incluso suponiendo que se tratara de un tratamiento inofensivo, podría ser muy peligroso no acudir a un médico de verdad o abandonar un tratamiento médico a cambio del remedio de la abuela (china). Pero ¡no convenceré a nadie! Es un largo debate entre razón y fe, tantas veces visto y conocido por todos. No diré más.
En cualquier caso, sobre esta actuación del gobierno de la Generalidad de Cataluña caben dos preguntas:
Una. Por qué se dedican tantos esfuerzos para promover un negocio privado de unos chinos basado en unas terapias pseudocientíficas ineficaces y peligrosas. Es decir, por qué se esfuerzan tanto para que unos curanderos monten su chiringuito en Barcelona y por qué se les da tanta coba y se promociona su timo a bombo y platillo.
Dos. Por qué no dedican los mismos esfuerzos a intentar arreglar la situación de la sanidad pública catalana, o la investigación médica de verdad, por ejemplo. Por qué no se dedican a racionalizar y eliminar esa multitud de consorcios sanitarios que están específicamente diseñados para burlar el control del gasto público, por ejemplo.
Dicen algunos expertos que eliminando la delirante organización de consorcios semipúblicos y semiprivados de la sanidad pública catalana podríamos ahorrarnos un gasto inútil de cientos, quizá miles de millones de euros. También dicen que la corrupción y el chanchulleo en la sanidad pública catalana nos cuesta cada año más de 300 millones de euros, tirando por lo bajo. Es decir, lo que nos cuesta mantener a pleno rendimiento tres hospitales y medio del tamaño del Hospital de Bellvitge. ¿Por qué no se esfuerzan tanto nuestros líderes patrios en poner remedio a estos males? Imagino una respuesta que no me gusta nada, pero no la digo.
Mal vamos, muy mal. El señor Comín presume de guay, pero ahora mismo parece que don Baudilio sigue vivito y coleando.
Más, por ejemplo, aquí.
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