La Bestia de Turín y unos señores con bigote.
Qué tiempos aquéllos.
Hubo una etapa heroica del automovilismo. El hombre y la máquina seguían sin conocerse y querían saber hasta dónde eran capaces de llegar, uno y otra, en su locura. En esa época, los pilotos eran héroes que, como Aquiles, solían morir jóvenes, alcanzando la gloria, y no hay que olvidarse de los mecánicos, que corrían en el mismo automóvil, abriendo y cerrando válvulas, rezando Jesusito, Jesusito, que no me mate, a cada bache. La Bestia de Turin es, sin duda, un símbolo de esta época mítica y salvaje.
La Blintzen Benz, en una fotografía publicitaria.
En 1909, la Benz 200PS, más conocida como Blitzen Benz (el Rayo Benz) batió una marca de velocidad sobre tierra. Benz & Cie. fabricaron un automóvil innovador en muchos sentidos. Revolucionario. El mismísimo señor Benz había abandonado la empresa, porque su carácter conservador era contrario a la locura de las carreras de automóviles y a la pasión por batir marcas, pero sus sucesores, Niebel y Nallinger... ¡Ah, ésos...! Ésos eran todo lo contrario.
205,4 km/h en ¡un coche a vapor!
Se metieron entre ceja y ceja batir la marca de velocidad sobre tierra, que ostentaba (agárrense) el estadounidense Fred Marriott Stanley ¡en un automóvil a vapor! Que alcanzó, además, los 205,4 km/h (!).
La Blintzen Benz en Brooklands, donde mostró lo mejor de sí.
Observen que corren el piloto y el mecánico y que la pista no está asfaltada.
En Benz escogieron al piloto de la casa, Victor Héméry, francés, que les había pedido él mismo que le construyeran una máquina para batir esa marca. Aprovecharon el chásis del Rennwagen 158 PS de 1908. Construyeron una carrocería aerodinámica a propósito, mantuvieron la carrera de los cilindros en 200 mm, pero incrementaron su diámetro, pasando de 154,9 a 185 mm. La cilindrada del Rennwagen (15.095 cc), creció hasta los 21.504 cc. Impresionante.
Con ese trasto, los pilotos de Benz, Héméry el primero, se lanzaron a batir la marca del kilómetro lanzado y cualquier otra y la máquina acabó en Brooklands, EE.UU., dode batió dos veces la marca de la milla, con un promedio (ida y vuelta) de 211,97 km/h y 228,1 km/h (abril de 1911) sobre la playa de Daytona. Esta marca resultó imbatible hasta 1919. En parte, porque vino la Gran Guerra. En parte, porque el cronometraje de la carrera de la Bestia de Turín no fue del todo correcto.
El aspecto de la FIAT S76 era impresionante, como poco.
Lástima, porque la Bestia de Turín se diseñó, precisamente, para batir a la Blintzen Benz. La FIAT se tomó el desafío de los alemanes en serio y construyó dos FIAT S76, también conocidas como FIAT 300 HP Record. Por lo poco que se sabe, quisieron construir más de dos, pero ahí se quedaron, a medias. Su radiador, sin embargo, fue empleado en otros automóviles de carreras de la marca.
Arriba, chasis y motor de la S76, esperando la carrocería.
En el centro, se distinguen claramente los dos bloques del motor.
Abajo, construyendo el chasis en la fábrica FIAT de Turín.
Una vez más, sus características técnicas quitan el hipo. El motor (Motore Tipo S76, cómo no), tenía dos bloques y cuatro cilindros en línea, que sumaban 28.353 cc. ¡Son cuatro garrafas de siete litros una detrás de otra! El motor podía dar 290 CV a 1.900 rpm gracias a un compresor y a la ignición de tres bujías por cilindro. Tenía encendido por magneto a baja tensión, se refrigeraba con agua y empleaba transmisión por cadena, suspensión por ballesta y un padrenuestro por cinturón de seguridad.
Los caballeros con bigote parecen satisfechos.
Corrió, ¡vaya si corrió! Con Pietro Bordino al volante, en el circuito de Brooklands y en la playa de Saltbrun, EE.UU., alcanzó los 200 km/h. En 1912, pilotado por Duray, alcanzó los 225 km/h en Ostende, aunque la marca no fue reconocida. Ese mismo año, en abril, en Long Island, otra vez en los EE.UU., recorrió la milla ¡a 290 km/h! ¡Qué barbaridad!
Fue, extraoficialmente, el automóvil más rápido de 1911 y 1912, más que el Blintzen Benz, pero la manera de formalizar la marca, con un promedio entre un viaje de ida y otro de vuelta, y algunas irregularidades más, no permitieron reconocerlo oficialmente. En cualquier caso, provocó una gran sensación y todo el mundo dio por batida la marca de Benz... extraoficialmente, claro.
Pronto cesarían los juegos y las heroicidades, para dar paso a la catástrofe de la Gran Guerra. Las dos FIAT S76 fueron desmontadas y guardadas, no fueran a caer en mano del enemigo, no fueran a destruirse. De un ejemplar no se ha vuelto a saber más, pero el otro fue salvado del desguace y hace unos años, restaurado. Su propietario, Duncan Pittaway, ha dejado la máquina que da gusto verla y un siglo después de batir su marca de velocidad (extraoficialmente) ha vuelto a correr en los circuitos, provocando el pasmo y la admiración del personal.
Es un trocito de historia que hace mucho ruido. ¡Me encanta! Qué locura.
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