El apunte que no escribiré hoy.
Ayer recibí varios mensajes de conocidos y desconocidos que tienen un punto en común: han trabajado o siguen trabajando (por ahora) a las órdenes de la señora Masià, que hoy es directora (provisional) de la OAC (Oficina Antifraude de Cataluña). Me pidieron que escribiera esto que ahora escribo. ¿Por qué? Porque ayer compareció en la Comisión de Asuntos Internos del Parlamento de Cataluña. Yo seguía la comparecencia en directo y cuando acabó, lo reconozco, cargué con una mochila de mal humor todo el santo día, y hoy todavía me resiento. Pero aquí me tienen. Preferiría hablarles del enano culturista que se ha enamorado de un transexual de dos metros de alto, asunto que considero mucho más interesante, pero esto es lo que tiene hacer favores.
La señora Masià, con gafas de Mortadelo.
Se presentó explicando qué piensa hacer en la OAC y expuso planes (un poco vagos) sobre los cambios que piensa imponer en la gestión de la oficina, entre los que destaca la cuestión informática (y ya hablaremos de ella). Los parlamentarios, acto seguido, le preguntaron por qué hacía planes a años vista, si su cargo es provisional e interino y está ahí a la espera de un nuevo director. La señora Masià, lamentablemente segura de sí misma y ejerciendo un cinismo desafiante, una actitud de quien se sabe amparada por la inutilidad parlamentaria, dijo que ya sabía de esa provisionalidad y que cuando fuera escogido un nuevo director de la OAC ya le cedería el cargo. Hasta ese momento, ella manda. Punto.
La señora Forcadell y unos amigos, en sede parlamentaria.
Por lo que sabemos a día de hoy, la presidenta del Parlamento de Cataluña, doña Carme Forcadell, está buscando personalmente un nuevo director de la OAC, y ha transcendido que varias personas, visto el percal, han rechazado su oferta. Entre ellas, todo sea dicho, ninguna con una trayectoria pública y notoria de lucha contra el fraude o de independencia política. La señora Forcadell tendrá su gracia soliviantando al público, pero como presidenta parlamentaria está resultando un fiasco y parece bastante torpe e inepta en su cargo. Con ese amparo institucional y la manifiesta incapacidad de ponerse de acuerdo que se da en el Parlamento de Cataluña, la señora Masià tiene el cargo asegurado en lo que quede de legislatura y más allá. Me sorprendería (y me gustaría) mucho que no fuera así.
Los grupos parlamentarios echaron en cara a la señora Masià parte de su currículum, y eso que sólo echaron mano de la versión resumida. Tres grupos parlamentarios le dijeron en la cara que ella no era la persona idónea para el cargo y otros dos pidieron su dimisión inmediata. Sólo Juntos por el Sí dijo que ya estaba bien donde estaba y se mostró satisfecho de su carrera, lo que dice mucho de Juntos por el Sí. El problema para todos los ahí presentes es que podrían reprobarla, pero entonces ¿a quién pondrían al frente? Ahí se queda, pues, y ella lo sabe. A cambio de algún mal rato, puede hacer y deshacer a su antojo y por encargo.
Será la jefa, provisionalmente, o provisionalmente, ya me entienden, a conveniencia del poder, con quien tiene muchos, muchos, lazos, en lo personal (e íntimo) y en lo político-económico. A las preguntas sobre su relación con CDC y con personas directamente implicadas en el caso ITV, despistó y mintió descaradamente. Al señor Alsina lo conocí como de casualidad una vez hace muuuuucho, mucho tiempo... y entonces le echan en cara cuando el señor Alsina dice es una muy amiga mía y la señora Masià despista y habla del tiempo. Así todo el rato.
Le preguntaron por qué había apoyado al señor De Alfonso cuando lo pillaron en falta y entonces hizo el primer dondedijeDiegodigodigo, negando el caso. Le echaron en cara que no haya encargado un informe jurídico preguntando qué puede o no puede hacer un director provisional de la OAC. La pregunta iba con segundas. En primer lugar, porque ¿puede cambiar de arriba abajo toda la gestión de la oficina, según su capricho, con planes a largo plazo, si su cargo es interino y provisional? En segundo lugar, porque ha sido llegar e imponer el reino del Terror. Aquí mando yo y nadie me discute.
En una semana, ha echado a cuatro directivos de los cinco que componían la cúpula de la OAC (ella era la quinta directiva) y ha enviado a la secretaria de dirección a las cavernas, a un puesto de trabajo vacío de contenido (eso, en otras partes, se considera acoso laboral). Ha dicho que no piensa sustituirlos. Ahora sólo mandará ella. En su primera intervención, ha dicho que se los ha sacado de encima porque no habían reconocido explícitamente su autoridad (sic). Como los diputados le han llamado la atención sobre esa frase, ha añadido en segunda intervención que ha sido porque eran todos personas que habían trabajado estrechamente con el señor De Alfonso... ni más ni menos que como ella misma, se ha olvidado de añadir.
De Alfonso, preguntándose quién le habrá hecho la cama.
Ya que hablamos de De Alfonso, ella no sabía nada, no sospechaba nada, nada de nada, y después de publicarse las grabaciones con el ministro y de haber amenazado a los parlamentarios con lo que sabía, el personaje entró y salió las veces que le dio la gana de su despacho durante más de una semana. Pudo haberse llevado la Enciclopedia Espasa de ahí, de haberle dado la gana. Nadie tomó medidas para evitar que el señor De Alfonso borrara las huellas de sus fechorías. Por cierto, ¡cómo le ha costado a la señora Masià condenar lo que hizo De Alfonso! Titubeos, rodeos, eufemismos... hasta que al final, sin demasiado convencimiento, ha hecho ver su indignación.
La siguiente comparecencia parlamentaria fue de la señora Riba, la primera víctima de la señora Masià. Su declaración fue contundente y dejó en palmaria evidencia las mentiras que la señora Masià había dicho sobre su toma de poder. Lo dejó todo muy claro. Tan pronto dijo que iba a hacer una auditoría interna sobre las grabaciones de De Alfonso y el ministro, la llamaron al despacho de la directora y ahí firmó su despido. Que, por cierto, considera nulo. Dijo que iba a recurrir ante los tribunales.
Ustedes, ¿a quién creen? ¿A la señora Masià o a la señora Riba? Examinen su historial, escuchen sus intervenciones, observen su rostro. Ustedes mismos.
La señora Masià se cree impune, dijo. Su despido fue un simple acto de Terror. Se creía amparada por el Parlamento a la hora de ejercer un poder absoluto y se sacó de encima a la señora Riba porque le recordó que su cargo era provisional y que algunas de las cosas que pretendía hacer no eran ni correctas ni legales. La fulminó. Los despidos que siguieron también fueron para sacarse de encima a quien osara llevarle la contraria, siquiera discutir, sus planes. No reconocían su autoridad por el simple hecho de opinar diferente. Hoy detenta el poder absoluto, sin oposición. Puede hacer y deshacer a su antojo. Los empleados de la OAC están acojonados y muy, muy, pero que muy, frustrados. Lo sé.
Entre estos planes que tiene la señora Masià, uno que no llama demasiado la atención, pero que es muy importante: la externalización del mantenimiento y programación de la red informática de la OAC. Hasta ahora, parte de la red de ordenadores de la OAC estaba aislada del exterior por razones (evidentes) de seguridad y las labores de mantenimiento las llevaba a cabo un técnico informático de la OAC. El plan de la señora Masià tiene previsto modificar toda la red y la gestión informática a conveniencia y privatizar (externalizar es el eufemismo que emplea) su mantenimiento y programación. Lo mismo que hizo cuando fue directora del ICAEN. Se acaba pagando mucho más por un servicio mucho peor, como es costumbre en estos casos.
Con una diferencia. No es lo mismo que alguien de fuera pueda navegar por toda la red de un ente público que promueve el ahorro de energía que que alguien pueda navegar por la red de un ente público que lucha contra casos de corrupción política-económica, en el que se mueven mafias y clanes de sobras conocidos y poderosos. ¡No es lo mismo! Sumen dos y dos: una directora de la OAC muy ligada a CDC y al clan Pujol y los ordenadores de la OAC a la vista de terceros. No diré más.
Algunas noticias sobre su comparecencia. Por ejemplo:
etc.
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