Un escritor al que cada día tengo más aprecio es Joseph Roth.
Cuentan que cuando se conocieron en Barcelona, Vargas Llosa y García Márquez se preguntaron cuál era su escritor favorito. Uno dijo: Roth. El otro dijo: Joseph, ¿no? El primero exclamó: ¡Naturalmente! No puedo estar más de acuerdo.
Tarabas, publicada por Acantilado y traducida por Feliu Formosa, es simple y llanamente una maravilla. Algunas de sus escenas son de una plasticidad y una belleza apabullantes y el desarrollo del personaje protagonista, Tarabas, merece un sonoro aplauso. Hay escenas que conmueven y la del pogromo es... ¡inmensa!
La acción se centra en la Gran Guerra, la Revolución Rusa y la posterior aparición de nuevas naciones que antes habían pertenecido al imperio del zar. Roth había viajado a Rusia en los años veinte, como corresponsal, y conocía bien el ambiente que aparece en su novela. Con qué detalle y conocimiento lo transcribe. También conocería a alguno de esos señores de la guerra en los que Tarabas está inspirado.
No diré más. Vale la pena leerla y es toda una lección del buen hacer y el buen pensar de un autor admirable.
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