¡Qué bien que me lo he pasado leyendo Rubicón! Y eso que me sabía la historia y el final, conocía a los personajes de otras lecturas y... Pero ¿qué importa? La historia de Roma es fascinante y los últimos años de la República, fuente inagotable de emociones. No hay que echarle sal, ni pimienta, sólo relatarlo bien, y Tom Holland, el autor de Rubicón, relata como quiere, con un sentido del ritmo y la tensión dramática envidiables. Estaba leyendo un relato histórico y documentado y creía estar leyendo una novela. Tal cual. Además, ¡una buena novela! Hacía tiempo que no me distraía tanto leyendo un libro de historia.
Rubicón tiene una virtud. Verán: si usted es aficionado a la historia y más o menos conoce el período, la lectura de Rubicón le aportará un punto de vista fresco y relativamente original, que pone énfasis en la psicología de los personajes (incluyendo entre éstos al pueblo de Roma) y su relación, culturalmente mediada, con el mundo; por lo tanto, le resultará interesante; no espere un libro lleno de fechas y detalles, pero sí una visión en conjunto que merece la pena conocer; si usted, en cambio, no sabe de Roma más que lo visto en las películas, descubrirá un mundo fascinante, se lo aseguro. Todo bien narrado y expuesto, redondo. No es, pues, recomendable, sino altamente recomendable.
Felicito, pues, a Ático de los Libros por publicar este libro de Tom Holland... y algunos más que, me temo, pronto engordarán mi biblioteca personal. ¡Maldita sea! Me arruinaré detrás de esta clase de tentaciones.
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