Hemos dicho que Chernushka iba a viajar al espacio en un vuelo orbital a bordo del Sputnik 9. Sus acompañantes serían un ratón, una cobaya e Iván Ivánovich, un maniquí a tamaño natural, vestido de cosmonauta, con el que los ingenieros probarían la bondad de la escafandra o váyanse a saber qué.
Ésta es la cara que puso Chernushka cuando le dijeron que viajaría al espacio.
Chernushka podría traducirse por Negrita iba a ser la penúltima perrita en viajar al espacio. Pero en los primeros días de marzo de 1961 eso todavía no estaba nada claro. El cohete en el que iba a viajar había sido modificado, para tener más potencia. Visto lo que había sucedido en vuelos anteriores, en éste sólo esperaban que no se desintegrara demasiado pronto.
El doctor Genin, propietario del reloj en cuestión.
Uno de los técnicos y científicos más ocupados en ese momento con el vuelo era el doctor Genin, Abraham Genin. De origen judío, ocupaba un puesto de importancia en la Segunda Escuela de Medicina de Moscú y, ojo, en el Instituto Central de Formación Avanzada de Médicos, también en Moscú, donde se estaba cociendo parte de la naciente medicina espacial. Dados sus orígenes, eso no era moco de pavo. Todo porque el doctor Genin era especialista en biofísica. Más concretamente, había estudiado los efectos de la descompresión sobre el ser humano, uno de los problemas con que se enfrentaban los aviadores a gran altura.
Un Pobeda K-34 de 15 rubíes.
Uno como éste fue el primero en orbitar la Tierra.
Como premio por sus trabajos en ese campo, el Instituto regaló un reloj al doctor Genin, un Pobeda K-34, en el que hicieron grabar una dedicatoria en la tapa del reverso. Atención, que éste es el reloj.
Chernushka es atendida por el personal a las órdenes del doctor Genin.
El doctor Genin se encargaba, en el programa espacial soviético, de los sistemas de soporte vital. Se había centrado en la cuestión de la presión de la cabina y su relación con la ingravidez; también, en la relación de ésta con la presión sanguínea. Por lo tanto, trataba directamente con los perros cosmonautas y en este vuelo, con Chernushka.
Llegados a este punto, señalo que la historia que les estoy contando tiene algunas lagunas.
El Pobeda K-34 era un reloj relativamente sencillo para lo que estamos hoy acostumbrados, con un calibre de quince rubíes. Pero, en su época, era un reloj decente. No uno de los mejores, pero ¡en fin! ¡Era un regalo! Por los servicios prestados, esas cosas. La cuestión es que el doctor Genin se llevaba mal con ese reloj. Si no, no se explica lo que hizo con él días antes del lanzamiento. O sí, pero entonces hay que decir que el doctor Genin realizó un experimento saltándose todos los protocolos.
El doctor Genin estaba cociendo algo en su cabecita. Tomó su reloj, lo dejó caer al suelo desde una altura considerable... Seguía funcionando. Probó de nuevo. Nada, funcionaba. Se bañó con él. No se paró. Lo sumergió durante más tiempo en la bañera. Tic, tac, tic, tac... Si no quería cargárselo, lo parecía. ¿Tenía manía a su reloj o estaba sometiéndole a pruebas de resistencia caseras?
Llegó el día del lanzamiento y el doctor Genin realizó los últimos ajustes en la cápsula y aprovechando que nadie se fijaba en lo que estaba haciendo, se sacó el reloj de su muñeca y lo ató a la patita de Chernushka. ¿Tenía esperanzas de no volverlo a ver nunca más o eran otras sus intenciones?
¡Chernushka sobrevivió al viaje!
La cuestión es que el cohete despegó, el satélite orbitó y luego regresó. Chernushka sobrevivió, y el Pobeda K-34... ¡seguía funcionando! ¡Sin ningún problema!
Pero, claro, descubrieron el reloj. Se preguntaron qué hacía ahí, si no estaba previsto que estuviera. Luego leyeron la dedicatoria al doctor Genin...
El doctor Genin se llevó una bronca de padre y señor mío por parte de Koriolov y los otros responsables del programa espacial soviético. Pero, en fin, como aquello era como una gran familia y el doctor Genin era un técnico indispensable en el programa, se conformaron con eso.
Un Sturmanskye como el de Gagarin y un Pobeda como el de Genin.
Cuando Raketa compró Pobeda, hace pocos años, fabricaron un reloj Pobeda conmemorativo y rescataron la historia del primer reloj de pulsera que orbitó la Tierra. No fue el Sturmanskye de Gagarin, como se ve. El doctor Genin, además, explicó que no había pretendido otra cosa que descubrir si un reloj soportaría las condiciones del viaje y funcionaría bien bajo la ingravidez.
Pobeda presumiendo de reloj espacial.
Sin embargo, el de la imagen no es un K-34.
Naturalmente, no iba a decir otra cosa, como que le tenía manía al reloj en cuestión y que esperaba no volverlo a ver, porque eso le habría supuesto un duro castigo en 1961 y quedarse sin contrato publicitario llegado el siglo XXI. Por lo tanto, la verdad verdadera de por qué el doctor Genin hizo lo que hizo no la conoceremos nunca, pero, por el camino, nos ha quedado una historia muy interesante llena de bombas, cohetes, perros y relojes.
Hola Luis veo que has escrito sobre el primwr reloj en el espacio y también veo que has utilizado alguna foto mia incluida en mi hilo publicado en 2 importantes foros de relojes. De las dos fotos mias te comento que la foto del que dicee es un Pobeda K-34 no lo es aunque muy parecido es un K-103 y en otra foto donde aparece junto a un Sturmanskie Gagarin este ultimo es una reedicion del de Gagarin del foro Hablemos de Relojes. Saludos
ResponderEliminarGracias por las puntualizaciones. Gracias, igualmente, por leerme.
Eliminar