Érase que se era, en un país muy lejano (pongamos que se llame Finlandia), un señor diputado calvo y con diéresis, porque se llamaba Mikko Kärnä. No era propiamente diputado, sino diputado suplente. Les diré: el diputado de verdad era un tal Paavo Väyrysen, elegido para el puesto por el distrito electoral de Laponia.
El tal Väyrysen era representante del Partido del Centro (Suomen Keskusta) elegido en Laponia. Su partido es un partido liberal (como Ciudadanos o lo que sea ahora Convergència) que se lleva aproximadamente el 20% del voto del país desde hace un siglo, poco más o menos. Como el tal Väyrysen prefirió seguir en el Parlamento Europeo, su puesto lo ocupó el señor Kärnä, el suplente. Como hoy ya hace meses que el señor Väyrysen ya ha regresado al parlamento finlandés, hace ya un tiempo que el señor Kärnä ya no es diputado. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
El señor Kärnä, paseando sus diéresis por Gerona.
Pues, no. Porque aquí, entre los procesistas catalanes, el señor Kärnä es y sigue siendo diputado en todos los comunicados de la Generalidad de Cataluña y ha sido recibido a cuerpo de rey como si fuera una gran eminencia, cuando sólo escribe tuits (eso sí, seguidos por más de treinta mil catalanes procesistas) cuando ha sido invitado a pasar unas vacaciones... digo, a visitarnos.
Ha sido recibido por el presidente Torra, con quien ha compartido unos vasitos de ratafía, por el presidente del Parlamento, por varios consejeros y diputados... Se está pegando unas vacaciones que ni les cuento, con todos los gastos pagados. Está visitando Cataluña y le invitan a dar conferencias, a comilonas, a excursiones... Están tirando todos la casa por la ventana para agasajar al señor Kärnä, como antes hacían con el turista un millón.
El veraneante posando para una fotografía en Besalú.
Luego, la comilona.
¿Por qué? Porque, en los dos años que fue diputado (entre 2015 y 2017) propuso que Finlandia reconociera a Cataluña como Estado independiente. Maldito el caso que le hicieron en el parlamente finés, pero aquí se vendió su propuesta (escasamente seguida) como la gran cosa de la diplomacia procesista y ahora que el señor Kärnä no tiene con qué entretenerse le han propuesto un tour turístico-reivindicativo. El señor Kärnä, por no desperdiciar la ocasión de unas vacaciones pagadas, se ha apuntado al viaje.
En la Costa Brava, lo esperaban con todo esto, de entrante.
Comprobando in situ la situación de catástrofe humanitaria que vive el país.
Su tour merecería una enciclopedia. Se mete con las prisiones y con las autopistas de peaje que administra la Generalidad de Cataluña, por ejemplo, y dice que son una vergüenza y tal. Silencio administrativo, propagación del mensaje España, caca, porque lo dice un calvo venido de fuera, y siguen las vacaciones por la Cataluña pija y amarilla (es decir, oprimida por el Estado español): Costa Brava, Gerona, Sitges, mucha playa, muy pintoresco todo y pocos barrios periféricos; ninguna voz en desacuerdo con los amarillos en el programa, por supuesto, ni una, pero ¿qué más da? Se trata de un paseo por Disneylandia, no por la realidad.
Pero, ya les digo, si lo llego a saber, me afeito el poco pelo que me queda, lleno mi pasaporte de diéresis y me dejo la barba, porque luego me pego unas vacaciones que ya quisieran muchos para sí. A cargo del erario público, además. Gratis. ¿Qué más quieren?
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