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Las salas de Grecia y Roma (Louvre XIII)


Como no podía ser de otro modo, la colección de antigüedades griegas y romanas del Museo del Louvre quita el hipo. Entre sus jarrones griegos, los hay de una calidad y una rareza excepcionales, y son infinitas las salas donde se exponen figuras votivas, cerámicas, utillaje diverso, inscripciones o cualquier otra cosa, de gran calidad y en gran cantidad. 





Sin embargo, son las esculturas griegas y romanas, esas maravillas en mármol, las que deslumbran a la mayoría de los visitantes. Las hay tan famosas como la Victoria de Samotracia o la Venus de Milo, pero hay diosas, dioses, emperadores y simples mortales de toda clase y condición inmortalizados por artistas en su mayoría anónimos. Hay, también, restos de los frisos de la antigua Acrópolis de Atenas.







A tocar de esa inmensamente bella colección de esculturas está la colección de esculturas europeas (por no decir italianas) y es posible comparar el genio de antaño con el genio del Renacimiento y el Barroco. Pero eso será en el siguiente apunte de El cuaderno de Luis.

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