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¿Volver a empezar?


El catalanismo, como el brontosaurio, se ha extinguido y ya no tiene lugar.

Desde hace unos días, numerosas voces, aquí y allá, entre las derechas (normal) e incluso entre las izquierdas (qué gran error), piden (suplican, más bien) un retorno del llamado catalanismo. Añoran los tiempos del Oásis Catalán, donde todo iba como la seda, dicen. Es fácil añorar cualquier otra época si lo que tenemos encima es el procés, un movimiento político-religioso que se mueve entre el esperpento y una ideología nefasta, excluyente y autoritaria, movimiento que, además, está en manos de personajes ineptos. 

Pero ¿de dónde surge el procés? De ese tan añorado catalanismo. Así que, amiguitos, no será tan bueno como dicen. Además, se ha extinguido, ya no queda sitio para los dinosaurios. ¿Por qué volver a empezar? Tal y como está el patio, los procesistas jamás votarían algo así, y los demás, tampoco. ¿No sería mejor ofrecer algo nuevo? Algo que pueda hacer de España un país más justo y mejor, donde todos podamos estar más a gusto, un poquito mejor.

¿Tengo que recordarles lo que fue ese oásis catalán? Las voces discrepantes fueron eficazmente apartadas y silenciadas. La cultura cosmopolita pasó a ser folclore provinciano, un proceso que se impuso a machamartillo y ahí sigue. Una red clientelar, alimentada con cargos y subvenciones, se hizo con el control de los medios públicos. Se propagaba la idea del hecho diferencial, germen supremacista de primera especial donde los haya, que finalmente ha germinado en el fanatismo acrítico de dos millones de votantes.

Mientras se cubría el paisaje con la bandera de nuestra bondad, a su sombra se movían los más oscuros negocios y se tejían más redes clientelares. Nada de eso fue en beneficio de lo público. Se construyó el edificio de la Generalidad de Cataluña como se construyó Banca Catalana, y no fueron muy diferentes las intenciones del arquitecto. A modo de ejemplo, más de una cuarta parte de la sanidad pública catalana está en manos privadas y su compleja red de consorcios y concesionarias no sólo es ineficiente, sino que está concebida para escapar al control público. Dicen los expertos que la red de la sanidad pública catalana podría ahorrar un 30% de lo que nos cuesta si hubiera sido diseñada y se gestionase más racionalmente. A muchos les está bien que siga así, porque se benefician de ello, pero el que sufre las consecuencias es el ciudadano. 

Etcétera. Sírvanse ustedes mismos. 

De esos polvos, estos lodos, en suma. Pero nada, que quieren resucitar eso del catalanismo, como si volver a empezar (lo mismo) fuera el no da más. Vale. Y ahora viene la noticia.

Varios partidos, agrupaciones, asociaciones y qué sé yo han surgido estos años de la desintegración de la antigua CiU. En el campo procesista, el espacio antes convergente-unionista es ahora un caos indescriptible; entre los que pretenden resucitar el catalanismo no es menor la confusión. Siglas, movimientos, partidos... Un follón. En pocas palabras, todos los que algún día fueron algo quieren volverlo a ser, pero nadie tiene un plan.

Estos días, muchas de esas facciones pro-catalanistas se reúnen, o ya se han reunido, qué más da, en el Monasterio de Poblet, porque en cuestiones de fe, mejor contar con el auxilio divino. Poco antes almorzaron veinte personalidades destacadas de esas facciones para intercambiar opiniones. Para preguntar qué hacemos, vamos, para perfilar el debate, que se dice ahora.

No sé qué debate será ése. En agosto publicaron entre líneas el programa previsto en la reunión de Poblet. Doscientas personas, más o menos, aunque hablan ahora de trescientas. A las once de la mañana comenzarían las acreditaciones; a las once y media, el debate. Pero a la una y media del mediodía, almuerzo, y luego cada uno de vuelta a su casa. Si me salen las cuentas, eso da un máximo de dos horas de debate, que en la práctica sería difícil que supere la hora y media. Doscientas, trescientas personas. Hora y media.

Ése es el nivel del debate. O lo tienen ya todo dicho o no saben qué decir.

4 comentarios:

  1. Yo no veo posibilidades de una nueva solución que cree ilusión en este terreno, llevado ya hace años al maximalismo, al terreno de las consignas y al veneno colectivo. Ni siquiera el federalismo que propugnan federalistas de izquierda es ilusionante porque no lo acepta nadie ni a un lado ni a otro, y porque es propio de países muy unidos íntimamente como USA, RFA o Suiza. Hay que dar un paso atrás y no adelante y eso no hay nadie dentro del campo del independentismo que esté dispuesto a hacerlo sin que el resto lo vitupere de traidor y muchas otras cosas peores. No se trata de pasos adelante sino de pasos atrás. Hacia delante no hay nada salvo la independencia salvaje sin acuerdo, lo que sería un suicidio para todos. Un nuevo estatuto tampoco es solución, ya tuvimos la oportunidad y la desaprovechamos. Hemos quemado todos los barcos. Solo cabe un paso atrás...

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  2. "donde todo iba como la seda"

    Por un momento entendí "donde todo iba como La Seda" (empresa desvalijada por uno de sus presidentes y que acabó quebrando).

    Slds. :)

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  3. Es cierto y lo vengo observando: hay un discurso que pide retroceder hacia el catalanismo del "oasis" como salida al callejón sin salida en donde nos han metido a los catalanes. Pero es cierto que de aquel catalanismo salió eso, de modo que me parece una idea que solo aplaza un nuevo conflicto. La solución está en otra parte, porqué lo que proponen es una reedición del cuento del dinosaurio de Monterroso.

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