Páginas

El horrible crimen de Oleg Sokolov


El 9 de noviembre del año pasado, la policía rusa rescató del río Moika a un hombre completamente borracho. Su ebriedad le había hecho caer al río mientras intentaba deshacerse de una mochila. La policía dio con la mochila y descubrió pedazos de carne humana (al parecer, dos grandes trozos de las extremidades inferiores). El personaje fue inmediatamente arrestado y llevado a comisaría, donde confesó atropelladamente, y a veces contradiciéndose. 

Era un profesor universitario con un gran prestigio internacional. Había sido condecorado por la Federación Rusa y por otros gobiernos; era, por ejemplo, Caballero de la Legión de Honor. Pertenecía, además, a varias organizaciones académicas y se le consideraba uno de los principales impulsores de la recreación histórica del período napoleónico, su especialidad académica. Profesor en San Petersburgo, había conocido a una joven de diecinueve años, Anastasia Yéschenko. El profesor tenía entonces 58 años, pero eso no impidió convertirse en amante de aquella estudiante. 

La relación había durado cinco años. Ella estudiaba y preparaba el doctorado y él seguía con sus libros e investigaciones, participando de vez en cuando en reuniones de clubes de recreación histórica, disfrazándose ahora de general francés, ahora de Napoleón, ahora de oficial ruso...

Pero la cosa comenzó a torcerse. Surgieron las peleas. Él tenía fama de autoritario y era muy celoso y ella no le iba a la zaga, porque el profesor tenía dos hijos con su antigua mujer y la joven no los veía con buenos ojos. En alguna ocasión habían acabado a empujones y gritos. Tenían planeado casarse.

Una noche, el asunto se les fue de las manos. Durante la pelea, aseguró el profesor ante la policía, ella llegó a empuñar un cuchillo de cocina con la intención de hacerle daño. Eso, según su confesión, le obligó a actuar en defensa propia. Para ello esperó a que cayera la noche. El profesor sacó una pistola que tenía en casa y se acercó a la cama, donde su amante entonces dormía a pierna suelta. Le acercó la pistola a la cabeza y disparó. Luego disparó tres veces más, las tres también a la cabeza. 

A continuación, la mañana siguiente, compró una sierra en la ferretería y procedió a deshacerse del cadaver descuartizándolo y echando los trozos al río. Para entonces, el estado nervioso del profesor estaba completamente desquiciado y ya bebía sin parar, mientras meditaba si, después de librarse de los restos de su amante, iba a suicidarse disfrazado de Napoleón. En uno de los primeros viajes que hizo al río Moika (al número 82 del malecón que da al río, más concretamente), al ir a sacar dos pedazos de la carne de su amante de su mochila, tropezó, cayó al río y tuvo que acudir la policía a rescatarlo.

Confesó todo.

Es más, pretende escribir un libro relatando su caso, dicen los periódicos. Se llama Oleg Valeryevich Sokolov, se graduó en física e ingeniería, se graduó con honores en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Estatal de Leningrado, se doctoró en 1991, se convirtió en profesor de dicha universidad en 2000... y ha hecho todo esto.

Esto viene a cuento porque he leído una de sus mejores obras, y la comento aquí:
http://luissoravilla.blogspot.com/2020/01/austerlitz-napoleon-europa-y-rusia.html

Creía que el comentario estaría incompleto sin este apunte.

1 comentario:

  1. a la mierda. Como dicen siempre : "la vida supera a la ficción"...

    ResponderEliminar