Uno de los pocos documentos autógrafos de Caravaggio es un contrato que dice así (copio):
«Io Michel Ang.lo Merisi da Caravaggio mi obbligo di pingere al Ill.mo S [Ignor] Massimo Massimi p [er] esserne statto pagato un quadro di valore e grandezza come quello ch’io gli feci già della Incoronatione di Crixto p [er] il primo di Agosto 1605. In fede ò scritto e sottoscritto di mia mano questa questo dì 25 Giunio 1605. Io Michel Ang.lo Merisi».
Lo traduzco à la mia maniera, por si acaso:
«Yo, Michel Ang.lo Merisi da Caravaggio, me comprometo a pintar al Ilmo. Sr. D. Massimo Massimi, por haber sido pagado por ello, un cuadro del valor y la grandeza de aquel otro que ya le hice sobre la Coronación del Cristo para el primero de agosto de 1605. Dando fe de ello, he escrito y firmado esto con mi propia mano el 25 de junio de 1605. Yo, Michel Ang.lo Merisi».
Parece ser que el cardenal Massimi encargó un Ecce Homo a tres artistas, Cigoli, Caravaggio y Domenico Passignano senza che l'uno sapesse dell'altro (es decir, sin que ninguno de ellos supiera que otro también había recibido el mismo encargo). Quien nos lo explica, un contemporáneo llamado Cardi, afirma que el cardenal prefirió el lienzo de Cigoli a los otros dos. Dice, más exactamente (y cito) que piacque più degli altri e perciò tenutolo appresso di se Monsignore mentre stette in Roma fu di poi portato a Firenze e venduto al Severi (i.e.: que le gustó más que los demás y por eso no se separó de él mientras estuvo en Roma, se lo llevó a Florencia consigo y sólo después lo vendió a la familia Severi).
Éste es el lienzo de Cigoli:
El Ecce Homo de Caravaggio dicen que viajó a España. Así lo afirman Bellori (uno de sus primeros biógrafos) en 1672 y Baldinucci, en 1681, aunque éste añade que también visitó Francia y varias provincias de Europa (sic).
Todo parece indicar que ese Ecce Homo del cardenal Massimi es el que está en el Musei di Strada Nuova, en el Palazzo Bianco, de Génova. Sería éste:
Su atribución a Caravaggio ha sido discutida muchos años. Se ha llegado a afirmar que era una mala copia (sic) del original, aunque hoy en día las pruebas que atribuyen el lienzo al de Caravaggio son numerosas y se da por cierto que lo pintó él. Pintara quien lo pintara, es un cuadro que, en persona, impresiona, y visto de tú a tú, por así decirlo, no deja indiferente. Como suele ser costumbre, las fotografías y las imágenes por pantalla no hacen justicia al lienzo.
En la discusión sobre este lienzo y en las pruebas documentales sobre la Coronación (de espinas) del Cristo y el Ecce Homo del cardenal Massimi, que no citaré aquí por no alargarme demasiado, parece ser que una de las dos, o las dos, pudo acabar en España. Se cita al cardenal Innocenzo, que en 1632 era nuncio de Roma en Madrid y que pudo recibir las pinturas de Caravaggio como presente. No diré ni sí ni no ni nada, porque es un asunto que se me escapa. Pero sí que diré que España fue el destino (final o provisional) de muchos cuadros de Caravaggio, algunos de los cuáles se han perdido (y no se han encontrado... todavía).
Todo esto viene por un Ecce Homo que ha saltado a las noticias estos días. Éste:
Lo primero que me viene a la cabeza es que está sucísimo. Quizá limpito ganaría un poco, pero no sigo por ahí porque los expertos saben de eso más que yo.
Este lienzo ha saltado a las noticias porque podría ser (¡ojo! podría, en condicional) un Caravaggio.
Una casa de subastas madrileña, Ansorena, ofrecía por un lienzo del siglo XVII de un discípulo de José de Ribera (sic) un precio de salida de 1.500 euros. A la que vieron la imagen del lienzo y supieron sus medidas, comenzaron a correr los rumores entre los marchantes de arte, los coleccionistas y muy pronto, los caravaggistas. Hasta tal punto que la Dirección General de Bellas Artes y la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Ministerio de Cultura, obrando con prudencia y buen sentido, prohibieron la exportación de este Ecce Homo.
El porqué ya lo he dicho: podría ser un Caravaggio. Así lo cree una profesora de Historia de Arte Moderno de la Universidad de Roma, la doctora Terzaghi, cuyas declaraciones saltaron a la prensa y han iniciado un revuelo de consideración.
Lo resumiré brevemente y sin entrar en detalles. Al parecer, tanto el tema como las dimensiones del cuadro coinciden con la descripción de un lienzo de Caravaggio hoy desaparecido. Así que... calma. Porque unos expertos, a ojo, aprecian cosas de Caravaggio y otros, en cambio, no. Yo, que no me considero más que un aficionado, veo algunas cosas que me dicen que sí, que es... perdón, que podría ser un Caravaggio. Otras, en cambio, no acaban de convencerme.
Les confieso que me gustaría (y mucho) que fuera un Caravaggio, pero no se trata de lo que me guste o deje de gustar, sino de examinar el lienzo con mucho cuidado. No sólo a ojo y en persona (la fotografía, como ya he dicho, no hace justicia), sino con microscopios, aparatos de rayos X, infrarrojos, espectómetros y lo que haga falta, examinando la tela sobre la cual se ha pintado, el bastidor, la composición química de la pintura, las diferentes capas de pintura y un largo etcétera que confirmen o desmientan el ojo de los expertos. Y rezar para que no se hagan trampas a causa del precio que podría alcanzar el lienzo, cosa que ha pasado otras veces.
Dejando a un lado lo que me gustaría que fuese, podría ser también obra de algún alumno o imitador, de un discípulo o, simplemente, una copia. Pero, como ya digo, ya nos dirán el qué. Mientras tanto, a esperar y a prepararnos para el chasco, porque ya llevamos muchos lienzos con atribuciones fantásticas que luego...
Esto mismo explica Paula Corroto en El Confidencial, aquí mismo.