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Turistas y viajeros


El turista se pregunta qué aventura le espera a la vuelta de cada esquina. El turista es un tonto ingenuo, mientras que el viajero se las da de listo y va con la boca llena, exclamando: ¡Aventuras, a mí...! Al turista se la dan con queso continuamente, pero forma parte de su condición. Al viajero se la dan con queso lo mismo, pero el muy imbécil todavía se sigue creyendo listo. El turista, en fin, es capaz de emocionarse con una tontería, y en el fondo se trata de eso, no de otra cosa. El viajero no quiere dejarse sorprender. Pues ¿saben qué les digo? Que él se lo pierde.

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