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Propinas

El concepto propina adquiere una nueva dimensión cuando El Periódico afirma que Millet, uno de los miembros más destacados de la Casa Nostra, pero pillado in fraganti por los inspectores de Hacienda (de Madrid), repartió 140.000 euros en propinas a la Guardia Urbana de Barcelona. Las propinas iban de quinientos en quinientos euros, y servían para que las hormigoneras y volquetes que iban y venían de las obras del Palau de la Música, y que aparcaban en cualquier parte, no fueran amonestadas por los agentes de tráfico. ¡Qué no harán en otras partes, esos agentes municipales! Por cierto, ¿quienes son? ¿Cómo se repartían el botín?

Según El Periódico, El País y otros diarios, también recibieron propinas empresas y fundaciones relacionadas intimamente con Convergència i Unió. Más concretamente, se denuncia que Ferrovial daba dinero a Millet y Millet, a CiU. Se perdía la mitad por el camino, pero Ferrovial ganaba prebendas y contratos a cambio. Eso insinúan los periódicos, eso piden que se investigue y eso niega el señor Mas, que argumenta que todo se basa en anotaciones en una libretita (sic) y que ésa no es una prueba válida en ninguna parte. Estoy de acuerdo: no será una prueba irrefutable, pero también estarán ustedes de acuerdo conmigo en que ya no nos chupamos el dedo.

Lo cierto es que (algunos de) los patronos del Palau de la Música sabían perfectamente qué hacía el señor Millet con su dinero y nuestro dinero, y ya les estaba bien así. En cierto sentido, el señor Millet no engañaba a nadie. Su tren de vida era evidente y público y los mangoneos del otrora insigne caballero eran requeridos, no censurados, por esos patronos. No se salva nadie, ni el apuntador. Somos así y tenemos lo que nos merecemos. Tal se dice, tal lo cuento.

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