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La Calle del Pecado


En Cataluña, la Guerra de la Independencia se llama Guerra del Francés, lo que presta a muchas confusiones, pues, desde poco antes de la mitad del siglo XVII hasta 1936, todas las guerras que se han librado en Cataluña se han librado contra francos o franceses, dejando a un lado las Guerras Carlistas, donde los catalanes de uno y otro lado se las apañaban solitos, sin ayudas del exterior. Esto viene al caso porque la calle Dos de Maig no celebra el 2 de mayo de toda la vida, el de 1808, sino un 2 de mayo posterior, de 1838, donde carlistas e isabelinos se liaron a gorrazos ahí mismo, a las puertas de Sitges. De hecho, perdón, no fue exactamente un 2 de mayo, sino un 1 de mayo... aunque era de noche, casi al día siguiente.

Total, que entre Franco y la Transición, que ahora cambian el nombre y ahora también, y la gente, que dice uno cuando es el otro, el lío ha sido tal que uno ya no sabe si va o vuelve, si celebra el primero o el segundo de mayo, ni de qué año, aunque, a fin de cuentas ¿qué importa? Dos de Maig queda para el nomenclátor. Si quieren dar con esta calle, pregunten por el Carrer del Pecat (calle del Pecado), y no se perderán.

Pero ¿a qué pecado en particular se refiere el común? Quizá a ninguno en particular, porque se dan muchos en esa callecita. La gula se celebra con alcohol, y la avaricia, con lo que le cobran a uno por el alcohol. También la soberbia y la lujuria, con tanta exhibición de cuerpos y tanto intento de llevarse al huerto a quien se ponga a tiro. Eso provoca envidias, naturalmente, y pueden acabar con ataques de ira, que me da mucha pereza describir ahora mismo. Será la calle del pecado que prefieran, tienen donde escoger, aunque existe una versión del porqué del nombre. Se cuenta la afición de ciertos caballeros por pasar por señoritas allá por el año de la catapún. No será necesario entrar en detalles.

Sigue siendo un lugar emblemático y se le ha quedado el nombre. Los fines de semana se pone imposible de gente. Pero las juergas de antaño, a su manera reivindicativas, se han quedado cortas ante la jarana contemporánea, claramente ociosa y consumista. Los tiempos cambian que es una barbaridad y los pecados de antes ahora parecen virtudes.

1 comentario:

  1. Cuenta una sitgetana que su abuelo vivía en esa calle y una vez recibió a unos amigos con música (reo que ópera) todo volumen!. Vino la policía a pedirle que baje el volumen y el señor les dijo: Acaso es un pecado escuchar música?

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