Grand Gallop Chromatique es el título de una pieza de Liszt pensada para desesperar a virtuosos de primera fila, de ésos con dedos que abarcan octavas y media y capaces de digitalizaciones de vértigo. Al piano, György Cziffra (1921-1994), húngaro. Su familia era pobre de necesidad, pero el chaval tocaba el piano en bares y tabernas a cambio de cuatro perras, y tocaba bien. Tenía entonces cinco años (sic). Luego se convirtió en un grandísimo virtuoso del piano, de esos que se gozan tocando piezas imposibles. A tanto llegó su maestría que algunos criticaban tanta exhibición, como si no fuera propia de un músico. Bueno, a veces se excedía, es cierto, pero ¿por qué no vamos a perdonar sus brillantes extravagancias? Su Vuelo del moscardón sigue imbatible.
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