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Licenciaturas, doctorados y mentiras (II)


Durante años, los currícula de nuestros políticos utilizaban con frecuencia el siguiente eufemismo: Fulano de Tal tiene estudios de esto, lo otro o lo de más allá y ha sido alcalde, director general o lo que sea, no importa. Tiene estudios es lo que importa, pues significa, ni más ni menos, que comenzó a estudiar y lo dejó. En Cataluña, hemos tenido un Presidente, un Presidente del Parlamento y dos de los tres líderes de los partidos que formaban el Gobierno de la Generalidad sólo con estudios. De media, me remito a las últimas legislaturas, entre una cuarta y una tercera parte de los diputados catalanes tiene estudios, solamente.

Quizá este panorama de iletrados promovió el lema del entonces candidato don Artur Mas, que prometió formar el Gobierno de los mejores. Y quizá por eso, ahora que es quien manda y forma gobierno, los miembros de su gabinete no tienen estudios de, sino que están formados en tal cosa, o han participado en tal otra, lo que supone un gran avance... aunque viene a significar lo mismo.

Estoy hablando, naturalmente, de doña Joana Ortega i Alemany, que es, agárrense, Vicepresidenta del Gobierno y titular del Departamento de Gobernación y Relaciones Institucionales. He aquí su currículum particular en Unió Democràtica de Catalunya en 2008, según publica Ara, y he aquí su currículum oficial.

Entre otras competencias, la señora Ortega tiene la de regular la función pública, donde, por menos que nada, uno tiene que demostrar por activa y por pasiva, con un montón de documentación redundante y superlativa, que tiene un título académico o que, simplemente, ha nacido y está vivo. Digo esto porque tiene bemoles que la señora Ortega no se haya aplicado a sí misma la medicina que aplica a los demás.

En efecto, si han leído su currículum verán que está formada en Psicología. Ah, pillina, pillina... Hace pocos días decía que era licenciada en Psicología. ¿Licenciada? ¡Mentira! La pillaron in fraganti y ha tenido que dar explicaciones. En su blog, por ejemplo.

Como le han preguntado más veces por lo mismo, hasta ahora ha argumentado lo siguiente, y citaré textualmente varias de sus intervenciones: Ha sido una manipulación involuntaria (sic) de su currículum; también ha sido un error involuntario; Ciertamente, dice en su blog, estudié en la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona casi toda la carrera, exceptuando dos asignaturas que no acabé de completar (sic, completar); Mi trayectoria empresarial y política de más de veinte años ha estado totalmente alejada de la psicología (¡caramba!); un día después, en el Parlamento, afirma que ha sido un error de transcripción y que mi licenciatura está pendiente de una asignatura y media (¿no eran dos?).

El caso es que licenciada en Psicología aparecía en todos sus currícula hasta la fecha: en la información que proporcionaba su partido sobre ella, en lo que ella misma decía sobre ella misma en su propio blog (que ya ha modificado), en la biografía que proporcionaba a los periodistas que la entrevistaban... Y qué quieren que les diga, licenciada, lo que se dice licenciada, no es, ni lo ha sido nunca. Eso sí, mentirosa, lo que se dice mentirosa, un rato.

Pero una vez que la han pillado... Bah, no crean que la han vapuleado demasiado. La oposición ha hecho un poco de bulla, pero ha preferido dejar que el caso se olvide, no sea que alguno se pille los dedos, porque currícula como el de la señora Ortega hay unos cuantos en la oposición y en todas partes.

En medio de la polémica, alguno ha mencionado al señor Guttenberg, alemán, y le han respondido, caballero, por favor, que esto no es Alemania. ¡Qué ocurrencias tiene usted!

No, esto no es Alemania, definitivamente, no. Porque el señor Guttenberg demostró tener dos licenciaturas y eso que llaman vergüenza y la señora Ortega, licenciatura, ni una, y vergüenza, ninguna. Y aquí no pasa nada. Nada de nada.

El gobierno de los mejores... Pues, vaya, porque entre don Baudilio y la Licenciada... ¡y lo que está por venir!

4 comentarios:

  1. Pues sí, esta señora debería dimitir no por no tener la licenciatura de psicología, que vamos, no creo que la ayudara mucho en su función, sinó por haber mentido.
    De todas formas, ojo con la titulitis. No me parece fundamental haber brillado en la tarea de empollar lo que otros dijeron algún día y que, muy a menudo, es discutible. Me parece más importante para un político tener sentido común, capacidad de liderazgo, de diálogo... saber escuchar a los que sí tienen capacidades técnicas.
    Otra cosa es pensar, por ejemplo, en el señor Montilla. ¿Supo rodearse de los mejores? No. ¿Capacidad de liderazgo? Uf. Es un ejemplo de político que se dedica a político porque le sale más rentable que dedicarse a cualquier otra cosa.
    Algo, por cierto, muy mediterráneo -no os cuento lo que es Italia-. No se debería confiar en un político a menos que hubiera brillado en el mundo profesional, social o cívico.

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  2. Efectivamente, el problema de fondo es la mentira, el haber mentido de manera continuada y premeditada durante años, algo que no debe tolerarse en un cargo público. Lo que además me sorprende es que durante tanto tiempo como lo ha estado haciendo no haya ido el Colegio de Psicólogos (o quien sea) a cantarle las cuarenta, o la prensa, o no sé quién. Parece que se aplique la ley del silencio, es una impresión.

    También es cierto que un título universitario no asegura gran cosa, hoy en día. He conocido un cargo público (y no es broma) que creía que Maquiavelo era catalán (aunque no sabía precisar de qué época); otro que relacionaba Homero (Homer, en catalán) con Homer Simpson, el de los dibujos animados (y la cara que puso cuando descubrió que hubo un poeta llamado Homero); y otro, que hoy ostenta un cargo alto de verdad, que no sabía calcular un tanto por ciento y tuvieron que darle clases de matemáticas sus subordinados. Los tres, titulados, y de los tres casos puedo dar fe. ¡Así nos va!

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  3. Pues en los tres casos que mencionas... ¡parece que ni siquiera fueron a la escuela! No recuerdo haber hablado de Maquiavelo en mi cole, pero desde luego los tantos por ciento y Homero... Ahora bien. ¿Alguien leyó un fragmento de la Illíada en la escuela? El currículo escolar español da pena. En Italia, hasta hace poco al menos, todos los niños aprendían latín con los escritos de Julio César y los que hacían clásicas leían la Odisea y trabajaban varios fragmentos en griego...

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