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Austeridad ferroviaria

Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) es una empresa pública que presume, con razón, de ofrecer un servicio ferroviario excelente. Es una red ferroviaria modesta que forma parte del transporte urbano de Barcelona y de la red de cercanías interurbana. La compañía asegura haber conseguido un superávit de 19 millones de euros en 2010, pero ¡atención! El 79% del coste del billete está subvencionado por el Gobierno de España, la Generalidad de Cataluña y los ayuntamientos a los que ofrece su servicio ferroviario. Ese superávit es, pues, relativo. Es, más bien, el resultado de una buena gestión de una infraestructura de transporte público subvencionada.

Hasta aquí, muy bien. A partir de aquí, los sindicatos denuncian que con el cuento del superávit, los directivos se reparten unos complementos de sueldo que para qué. Se ha publicado en los periódicos que 93 cargos de la empresa se han repartido el pasado marzo unos bonos de productividad que suman 680.000 euros. No es la primera vez que se reparten estas propinas. De hecho, los sobresueldos de 2010 han sido menores que los de 2009. Sin embargo, en 2005 el sobresueldo de estos cargos era de un 7% y en 2010 ha sido de un 15%, el doble.

El comité de empresa de FGC está que trina. Los jefes se suben el sueldo y mientras tanto, ellos, los trabajadores y técnicos de FGC, tienen que comerse reducciones de salarios y retribuciones. El mal ambiente llegó a tanto que se habla de una nota que explicaba el porqué de esta propina, que ha causado un gran resquemor. La empresa niega la existencia del comunicado; los sindicatos aseguran haberlo visto y leído.

Ya es mala suerte que al mismo tiempo que se descubría el montante de estas propinas, un juez del Tribunal Supremo haya fallado que FGC no puede pagar las horas extraordinarias de sus trabajadores a un precio inferior al de una hora de la jornada laboral ordinaria, una práctica que la empresa utilizaba para reducir costes. Y no hay vuelta de hoja en la sentencia, es así.

También es casualidad que, hace poco, dos antiguos directivos de FGC, los que puso CiU años ha, han sido condenados por beneficiarse de un fondo de pensiones de 2.600.000 euros, euro más, euro menos, que ellos guisaron y ellos comieron. Tal fondo ha sido declarado ilegal por los tribunales, pero, dicen los sindicatos, todavía no ha sido reclamado por la dirección de FGC. La dirección asegura que si alguien tiene que reclamar ese dinero, ése es el conseller de turno, el señor Recoder.

Así están las cosas. Los unos se llevan a casa dos millones y pico de euros que el juez dice que no podían llevarse a casa y nadie los reclama (por ahora). Los otros se reparten bonos de productividad (por ahora) mientras el gobierno intenta reducir la masa salarial de la empresa.

Por suerte, los trenes siguen llegando a su hora (por ahora).

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