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Crisis moixiganguera suburense

La moixiganga es un baile tradicional que tiene su origen, posiblemente, en Valencia. Es un origen compartido con las torres humanas, que en catalán llaman castells (castillos). Es un baile que hace la boca agua a los antropólogos, pues está documentado ya en el siglo XV y puede asimilarse a un auto de fe. Los bailarines ejecutan unos pasos muy trabajados hasta construir, subiéndose unos encima de otros, algunas escenas del Martirio de Cristo Nuestro Señor. Uno de los bailarines hace las veces de Cristo, otros hacen lo que pueden, y unos terceros son unos fortachones que aguantan la figura que haga falta.

Aunque la tradición se ha mantenido durante siglos, se baila raramente en las calles. Precisamente en Sitges se baila, y qué orgullosa está la villa de su moixiganga, que califican como la mejor del mundo.

Ya será menos... o quizá esta vez tienen razón, porque moixigangas como ésta, pocas, ya lo he dicho.

Digo esto porque relataré una crisis política de primera magnitud en Sitges, originada precisamente por este baile. La cosa va en serio, aunque en mi relato simplificaré y omitiré nombres y apellidos.

El día 11 de septiembre se celebra el Día Nacional de Cataluña, que llaman Diada o Diada Nacional. De un tiempo a esta parte, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña organiza en el Parque de la Ciudadela de Barcelona un Acto Institucional (así, con mayúsculas) que es, en verdad, un acto solemne... mente aburrido.

Pero este año... Ah, señoras y señores, este año actuaba la Moixiganga de Sitges en el Acto Institucional de la Diada. ¡Caramba! ¡Cuidado!

El pleno municipal de la villa y todos los partidos allá representados decidieron, excepcionalmente, adelantar la ofrenda floral del 11 de septiembre un día y hacerla el día 10, para, así, poder ver por televisión la actuación de los bailarines de la moixiganga suburense. La moción fue aceptada por todos... por el momento.

Al poco, se descuelga uno de la oposición y dice que la Diada es la Diada, y que ellos hacen la ofrenda floral el día 11, como Dios manda y la Patria exige. El gobierno municipal protesta, los demás partidos de la oposición se suman al bombardeo y ya la tenemos liada.

Por primera vez en la historia (es decir, por primera vez desde hace treinta y seis años), se celebrarán dos ofrendas florales en Sitges; una, la del señor alcalde y los suyos, el día 10, para ver la moixiganga por la televisión; otra, el día 11, la de los partidos de la oposición, que procurarán ofrendar las flores temprano y con prisas para no perderse la retransmisión del baile de la moixiganga.

Ya se pican unos con otros, ya se preguntan quién habrá reunido más seguidores en su ofrenda. Uno ya habla de diez mil, y el otro, de veinte mil. Si esto sigue así, llegamos fácil al millón.

¿Será la crisis moixiganguera suburense una metáfora política?

En éstas, ¿qué piensan los bailarines de la moixiganga?

Que ha sido un gran honor y están todos más que contentos, pero no tienen la cabeza puesta en políticas. Soto voce, están un poco moscas porque la televisión ordena y manda. La moixiganga tiene que hacer tres pasos o figuras de la Pasión en tres minutos con cincuenta segundos, tirando largo, y deprisa, deprisa, que el tiempo vuela. La coreografía ha tenido que reinventarse, la música, alterarse y el baile, ensayarse de nuevo, porque tres minutos y cincuenta segundos no dan ni para pipas y no hay quien haga un paso del derecho o del revés. Cataluña verá un trailer de la moixiganga, no la película.

La moixiganga de verdad tiene que verse en la calle, en medio de los aplausos de la vecindad, mientras las chirimías piden paso y los bailarines danzan lenta y pausadamente, como Dios manda.

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