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Política social pasada por agua

A ver si saben qué son 2.222 millones de euros. Es la deuda sumada al déficit de la Agencia Catalana del Agua (Agència Catalana de l'Aigua, en versión original) a principios de 2011. No parece que el número vaya a disminuir, sino que aumenta notoriamente a medida que pasa el tiempo. La deuda suma más de 1.500 millones de euros y el resto es un déficit que se arrastra desde tiempos de Jordi Pujol. Estas cifras bailan un poco, según que entienda uno por déficit o deuda y según quién las cante, pero el total nunca baja de los dos mil millones.

Para que ustedes se hagan una idea de cuánto dinero es, la deuda de Castilla-La Mancha, ésa que hace correr ríos de tinta a los periódicos de izquierdas y derechas, que si sí, que si no, es netamente inferior a la mitad de esta cifra. Ahí es nada.

¿Cómo nos afecta? Si la sanidad catalana contara con la mitad de estos 2.222 millones de euros, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña podría haber evitado los famosos, nefandos y catastróficos recortes a los que es tan aficionado don Baudilio. El resto de ese capital, pongamos un 40%, podría haberse invertido en el sistema educativo público y hoy no tendríamos que suprimir una hora de clase al día a los hijos de familias pobres... perdón, a los niños y niñas que acuden a la escuela pública no concertada.

El coste de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, tan escandaloso e injustificable, es tres veces inferior al de la Agencia Catalana del Agua. Uno se pregunta, por Dios, ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Quién ha permitido este descalabro? ¿Por qué no se dio la voz de alto?

El caso es que, desde hace mucho tiempo, la Agencia Catalana del Agua se financia a través del recibo del agua. Gracias a las tasas de este organismo, el litro de agua de la red pública que paga un catalán por ducharse o tirar de la cisterna es el más alto de España, con diferencia. Eso es bueno, porque incita al ahorro, dicen. Será verdad, porque Cataluña es la Comunidad Autónoma donde se consume menos agua por unidad familiar. Pero, aún así, pagamos más que nadie.

Esta vez no sabríamos cómo echarle las culpas a Madrid. El organismo se creó en Cataluña y comenzó a crear un déficit de centenares de millones de euros bajo la batuta de Jordi Pujol, ha sido gestionado por sucesivos gobiernos de diverso signo desde Barcelona, hasta sumar ese agujero de 2.222 millones, y su fuente de ingresos, una tasa por litro de agua, es la más alta de España... y no pasa por Madrid. Eso, sin contar con la subvención suplementaria de los presupuestos de la Generalidad de Cataluña.

En resumen, que estamos con el agua al cuello (nunca mejor dicho) por nuestra culpa, necedad y falta de habilidad. Nadie ha hecho nada por remediarlo, excepto, ahora, echar a la calle a unos cuantos trabajadores, ahorrándonos, así, no más del uno por diez mil del déficit anual. Pero ya saben que la culpa es siempre, siempre, del empleado público, y nunca, nunca, de quien gestiona su trabajo.

Otra medida propuesta y aprobada para remediar el ahogo de esta institución será subir el precio del agua un 8,5%. Eso sí, el Gobierno ha dicho que defenderá el poder adquisitivo de las familias más necesitadas con medidas excepcionales, como la rebaja del cánon del agua. Así, los cuatrocientos mil consumidores más pobres de Cataluña tendrán derecho a un bonus social, a una reducción aproximada del precio del agua de un euro cada tres meses.

¡Un euro cada tres meses...! Asi, claro que se arruina la agencia ésa. Y seguro que ahora la culpa será de los inmigrantes, que sólo beben que agua.

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