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Banca Catalana - Los inicios

La historia de Banca Catalana se inicia en 1958. Un Jordi Pujol de treinta años escribió entonces que Cataluña viviría siempre bajo el peligro de una colonización si no disponía de una banca propia, literalmente. En 1959, su padre, Florencio, agente de bolsa, compró el Banco Dorca, en Olot, y Jordi, recién médico, en vez de abrir una consulta se instaló en un cargo ejecutivo del banco de papá.

Pero muy pronto, en 1960, Jordi se retira temporalmente de los negocios. Es un eufemismo: Pujol fue preso por razones políticas y así estuvo dos años y medio por pensar diferente. Luego vivió en el exilio de Zaragoza y Gerona hasta que, en 1965, ya de vuelta en Barcelona, papá volvió a enchufarlo en el Consejo de Administración.

En 1966 se cambió el nombre a la entidad, que pasó a llamarse Banca Catalana. Diez años después, en 1975, un tal Jorge Pujol, banquero (sic), presentó su línea de negocio en Madrid, en una conferencia que tituló La banca privada en la financiación del desarrollo español. No se habló para nada de colonialismo, pero sí de la banca industrial en España, que quería liderar Pujol, el banquero.

Parecía que no le había ido mal. Durante el desarrollismo de los sesenta, la banca española incrementó cinco veces el volumen de sus depósitos; Banca Catalana, diecisiete veces. En 1972, Banca Catalana tenía unos activos de 1.700 millones de euros. En 1975, de 8.000 millones. Se había iniciado una política muy agresiva y no menos arriesgada de adquisición de otras entidades bancarias. Había adquirido el Banco de Expansión Comercial (1971), el Mercantil de Manresa y el de Gerona (1975), el de Barcelona (1976), el Banco Industrial de Cataluña (1978) y el Banco Industrial del Mediterráneo (1980).

Además, entre 1974 y 1976, Banca Catalana repartió dividendos por un valor superior a 44 millones de euros. Jordi Pujol, vicepresidente ejecutivo del banco, firmó la orden, que incluía un crédito personal sin intereses de 111.000 euros para sí mismo, una práctica habitual en el Consejo de Administración de Banca Catalana, pues permitía operaciones de préstamo irregulares, llámense así, que no se devolvían, como mostraron años más tarde los inspectores del Banco de España y los fiscales que investigaron este asunto.

Con el apoyo público de sociedades culturales financiadas por Banca Catalana con créditos irregulares (i.e., nunca devueltos) y presididas por miembros del Consejo de Administración de Banca Catalana, como, por ejemplo, Òmnium Cultural o Enciclopèdia Catalana, lanza su proyecto político. Le acompañan numerosos socios y clientes en la cúpula del partido, Jordi Pujol crea Convergència Democràtica de Catalunya en 1974. En 1977 deja su puesto en el Consejo de Administración para dedicarse a la política, su verdadera pasión.

Circulaban rumores de pérdidas en Banca Catalana. El reparto de dividendos que hemos dicho se había hecho público para acallar esos rumores de crisis y, ya puestos, premiar el celo y la dedicación de los consejeros. Años más tarde, el análisis de la contabilidad del banco descubrió que éste tenía una caja a, una caja b y varias docenas de sociedades intermediadoras para evitar el control de sus operaciones. Esos 44 millones de dividendos correspondieron a más de 920 millones de euros en pérdidas.

1 comentario:

  1. No hay duda sobre el tema. La escalada y el robo a mano armada. El pufo de siempre. ¿No aprenderemos nunca?

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