Esta mañana, en la radio, en la edición catalana de las noticias de la SER, salta un sindicalista con un cabreo en el cuerpo de aquí te espero y exclama que el gobierno (ahora no sé cuál de ellos, si el de aquí o el de allá, o los dos) nos impone una privatización de los derechos sociales, por los que tanto hemos luchado, como nunca antes habíamos visto. Lo cierto es que no quería decir privatización, sino privación. Es decir, quería decir que la política del actual gobierno (el que sea) nos priva de algunos derechos sociales, no que los privatiza, porque los derechos no pueden privatizarse... ¿O sí?
Quizá había oído al portavoz del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, el señor Homs, ése que imita al presidente Mas cuando habla. Ayer las dejó ir en la presentación de un libro en la Fundación Pere Tarrés (de orientación católica). El libro se titula Persona e iniciativa social. Aportaciones sobre el mundo, la educación, la acción social, la sociedad civil, la gestión y la fe, escrito por Josep Oriol Pujol, presidente de la fundación.
Dijo, y copio, que los servicios públicos no tienen porqué ser siempre gestionados desde organismos públicos, sino que pueden ser asumidos por entidades de titularidad privada. Luego ha criticado la visión muy estatalista de los sucesivos gobierno españoles, ya sean del PSOE o del PP. El señor Homs habla de refundación de la sociedad del bienestar, que pasaría por privatizar los servicios sociales y la sanidad, hasta ahora de titularidad pública. Pero cuestiona que pueda hacerse por culpa de esta visión estatalista, que es tan mala, malísima.
El sindicalista se equivocó de palabra y dijo privatización cuando tendría que haber dicho privación, pero, a la vista de las declaraciones del representante del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, igual sí que dijo lo que quiso decir. En todo caso, preparen la cartera y agárrense, que van mal dadas. Nos privarán de los derechos sociales, privatizándolos, o cuanto menos, lo intentarán. ¡Que viene el lobo!
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