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La propuesta de don Ignacio Undargarin

Don Ignacio Undargarín (qué manía la de llamarle Iñaki, como si fuera un conocido de siempre) es un sinvergüenza, un aprovechado y de valiente, poco, pues a la que se le suelta la lengua dice que todo ha sido culpa de su antes socio y amigo, un profesor de ESADE, que le engañó y le volvió a engañar y... Antes preguntaba por qué hay de lo mío y ahora por qué me miran a mí, si ha sido él.

El señor Torres, que es el socio de don Ignacio, tiene la mosca en la nariz. En primer lugar, porque don Ignacio es menos hombre de lo que había supuesto, un nenazas y un chivato. En segundo lugar, porque el juez ha imputado a la señora de Torres y la señora de don Ignacio parece que se va a ir de rositas, cuando es evidente que si una lo sabía, la otra, también.

El señor Torres, pues, ha enviado al juez (y a la prensa) un puñado de documentos que demuestran que el suegro de don Ignacio, insigne cazador de elefantes, había metido baza en algunos negocios de la fundación con la que se enriquecían él y el otro, y que la señora de Undargarín es la que había convencido a su papá para que metiera prisa a sus amistades en arreglar cierto asunto de interés mutuo.

Papá en apuros y a la vista del peligro, los abogados de una y otra parte dicen que pelillos a la mar y proponen un acuerdo al juez. Si nos libramos de la cárcel, es decir, si nos condenas a penas inferiores a dos años de prisión, nos declaramos culpables y devolveremos el dinero que hemos robado a todos los españoles, palabrita de honor. Hemos cometido un error, seremos buenos y ya no lo volveremos a hacer. Y lo dicen así, con todo el morro.

Semejante propuesta plantea algunas cuestiones.

¿Qué sucederá a continuación?

El señor Millet propuso lo mismo y admitió haberse llevado 3,5 millones de euros del Palau de la Música. Luego fueron 35 millones y lo que no sabemos, y fue evidente que quiso tomarnos el pelo a todos, una vez más. Los señores Torres y Undargarín también mencionan esos tres millones y medio, pero nada nos impide sospechar (con fundamento) que han birlado mucho más y que siguen la senda marcada por el señor Millet, inspiración y modelo de ciudadanía. ¿Cuánto habrán birlado estos sinvergüenzas? ¿Pretenden irse como si aquí no hubiera pasado nada?

Si tienen dinero para devolver lo que han birlado, ¿de dónde sale este dinero? En el caso de don Ignacio ¿pagará su parte de la apropiación indebida del capital del Estado con el capital que percibe su señora del Estado? A eso le llamo yo tener morro: yo te lo quito; luego, tú me lo das y yo te lo devuelvo y ya he saldado la deuda que tenía contigo. Brillante.

Si el señor Torres tiene pruebas que implican a terceros, ¿por qué no se le exige que las entregue?

¿Por qué la señora de uno sí y la del otro, no?

¿Cederá el juez? Dígase que los delitos de malversación, prevaricación, fraude a la Administración y falsedad documental de los que se acusará a don Ignacio y al señor Torres admiten condenas de más de dos años de prisión, y que ya existe una acusación de evasión fiscal a través de una cuenta en Suiza que no es delito porque les pillaron poco, pero poco les falta para que lo sea si los vuelven a pillar. Los imputados podrían ser condenados a más de dos años de prisión. Insisto: ¿cederá el juez o irá a por todas?

Si cede, un escándalo. Si no cede, también. Pero, entre Guatemala y Guatepeor, la verdad siempre por delante y la justicia igual para todos. Les dejo que se rían a mi costa y llámenme iluso, o tonto, si quieren, pero todavía creo en los Reyes Magos, ésos que van en camello.

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