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Leica M Monochrom

Damas, caballeros, Leica acaba de sacar al mercado una cámara carísima y extraordinaria. Carísima, porque es una más de la familia M y la Leica M Monochrom no baja de siete mil quinientos euros. A la que le ponga usted un tele o un 35 mm con mucha luz... Una burrada de dinero, mucho dinero, demasiado.

¿Qué tiene de extraordinaria la Leica M Monochrom? Agárrense: sólo hace fotografías en blanco y negro. Repito: sólo en blanco y negro.

Leica asegura que es la primera cámara que realiza fotografías digitales en auténtico blanco y negro. Se ha diseñado exclusivamente para ello. A la hora de hacer una fotografía, prescinde del llamado filtro Bayer, que separa el color de la imagen en rojo, verde y azul y que suma esta información a la intensidad de la luz, para dar con una imagen punto a punto, la que luego verá usted en pantalla o impresa sobre el papel. Sin el filtro Bayer, el fotosensor se limita a medir la intensidad de la luz. Nada más. En otras palabras, obtiene una imagen mucho más nítida mucho más deprisa. Podría tirar el equivalente a una ISO 10.000, sin demasiado ruido (ahora llaman ruido al grano). Algo impresionante.

Hace fotos de 18 megapíxeles (que equivalen a casi 40 megapíxeles de otra marca simulando el blanco y negro). El sistema RAW para tratamiento de la imagen no tiene compresión de 14 bytes, es tal cual. No tiene enfoque automático. No tiene... ¡No tiene nada! Esta cámara no se mide por lo que tiene, sino ¡por lo que no tiene!

Sin embargo, un usuario cualquiera, como yo mismo mismamente, no apreciaría la diferencia si no es ampliando la fotografía al tamaño de una valla publicitaria, y aún así tendrían que llevarlo de la mano y señalarle con el dedo (aquí) la diferencia. Hay cámaras bonísimas en el mercado que hacen fotografías en blanco y negro con filtros que eliminan el color con mucho arte y salero, y cámaras muy decentes que lo hacen de un modo que si no es profesional, poco le falta. Casi todas éstas cuestan cuatro perras en comparación con la Leica, pero...

Luego está la cuestión de tomar las fotografías de manera diferente, porque la fotografía en blanco y negro de verdad requiere mucha práctica y un ojo de artista. Por ejemplo, no se puede acudir a tal o cual filtro de colores para cambiar la gama de grises o disimular una sobreexposición. Aquí lo que hay es lo que hay, y uno dispara sabiendo lo que se hace o mejor se compra una compacta china en el mercadillo, que le servirá mejor.

Tiene un defecto que a mí me ha dejado asombrado. Parece casi una broma. La pantallita de LCD de dos pulgadas y media que tiene detrás... ¡es en color! ¡Qué fallo más gordo...!

Tengo que reconocer una cosa: Leica, desde que no hay películas de 35 mm, desde que no funciona con química, resortes y engranajes, ya no es lo que era. Con todo, si tuviera el dineral que cuesta, seguiría sin ser digno de disparar con ella. Porque una Leica es una Leica y yo, don nadie.

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