Sí, sí, el Coliseo se tuerce. Mejor dicho, se inclina hacia un lado. Según los expertos, cuarenta centímetros hacia el sur. Los técnicos supieron esto hace casi un año; los romanos se acaban de enterar ahora y no les ha hecho ninguna gracia, aunque ya corren chistes sobre la torre de Pisa.
El Amphitheatrum Flavium (tal era su nombre) recibió el nombre de Colosseum porque lo construyeron al lado mismo de una estatua colosal del emperador Nerón, pero el anfiteatro era colosal por sus propios méritos. Cabían unas cincuenta mil personas repartidas en ochenta gradas y se tardó entre ocho y diez años en construirlo. La inauguración fue de aúpa, con cien días de festejos en los que se mataron nueve mil animales salvajes, y el escenario se mantuvo abierto durante quinientos años, porque siguió funcionando incluso después de la caída del Imperio Romano. Los terremotos, los picapedreros y la santificación del lugar, donde cayeron tantos mártires, no han podido borrar su monumentalidad, que no era poca: una elipse de 189 m de largo y 156 m de ancho en la base, 57 m de altura, un perímetro de 524 m, una construcción que sentó escuela y unos cimientos de opus cementicium de 13 m de espesor...
Precisamente estos cimientos son los que pueden haberse roto en alguna parte, señalan los expertos. Son la parte más notable de la construcción, que se levantó sobre una laguna. Como siempre, lo mejor es lo que no se ve y son una fantástica obra de ingeniería; pero no hay obra de ingeniería que dos mil años dure.
¿Qué se va a hacer para corregir esta peligrosa inclinación? Por ahora, hecho el análisis topográfico, la Soprintendenza Archeologica, la Università «La Sapienza» (Dipartimento di Strutture) y el IGAG (Istituto di geologia ambientale e geoingegneria) procederán al análisis dinámico de la estructura y elaborarán un mapa de riesgos. Luego, dicen los expertos, ya veremos.
Las primeras conclusiones del grupo de investigadores descargan a la Metropolitana (el metro de Roma) de responsabilidades en el desaguisado. ¡Pobres romanos...! No pueden prolongar la línea de metro ni un poco así porque cualquier agujero que hagan se lleva por delante una maravilla arqueológica. La parada de Colosseo es una de las más utilizadas en Roma y si tuvieran que cerrarla... Las vibraciones que más afectan al Coliseo son, sin duda, las provocadas por los automóviles, dicen los expertos.
Se comenta que el Coliseo sigue atrayendo al público. En Roma estiman que produce unos ingresos de 4.000 millones de euros al año. ¡Caramba!
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