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Propuestas para la fiesta de Jálogüin


Disfraz de hipoteca. Terrorífico..

La festividad de Todos los Santos, cuando los catalanes comían castañas asadas y unos dulces muy dulces llamados panellets, se ha convertido, Jólibut mediante (pronúnciese thanks to Hollywood), en un remedo de festival de cine de miedo mezclado con un baile de disfraces. Para disimular la horterada resultante, muchos acuden a supuestas tradiciones seculares de viejas brujas celtas, pero lo cierto es que la fiesta del Jálogüin (Halloween) comenzó siendo un baile de disfraces en un pueblecito de Minessota, en 1921.

Ruperta, para servirles.

Pero las tradiciones es lo que tienen, que yendo a sus orígenes uno descubre que no son centenarias ni transcendentales, sino alguna broma entre amigos. Pero hay que reconocer que esta fiesta, hortera de principio a fin, ha triunfado y se ha impuesto. Así, corresponde preguntarse de qué nos disfrazaremos este Jálogüin.

Disfraz de tertuliano radiotelevisivo.

Si quiere dar miedo, disfrácese de tijeras y diga usted que es del gobierno. ¿De qué gobierno? ¡Qué más le da! Provocará el pánico. La gente a su alrededor conocerá el terror.

Si quiere dar risa, puede optar entre mimetizarse con algunas hojas de plantas y asegurar que es usted un Brote Verde o plantarse en la fiesta asegurando vehementemente que aboga por un modelo de Estado federal asimétrico, y luego intente explicar en qué consiste y por qué es diferente de lo que tenemos ahora (este disfraz requiere cierta habilidad para imitar a Cantinflas).

Disfraz de Portavocía del Gobierno. Varios tamaños.

Si quiere disfrazarse de funcionario, busque unos harapos y échele unos tijeretazos a los retales; luego, lléguese a la fiesta pidiendo algo que llevarse a la boca. Los disfraces de funcionario son muchos y muy variados: de personal sanitario, de maestro de escuela, de esforzado oficinista... Es un disfraz que impresiona.

Disfraz con mala idea.

También puede disfrazarse de miembro del Gobierno de los Mejores. Baste con que se vista de corbata (si es mujer, hágase una permanente cara y vistosa, de rubio teñido con mechas, y un pañuelo con manchas de leopardo) y lleve a la espalda una fotografía de Félix Millet. En su defecto, lleve el libro de Prenafeta en la mano. Si le preguntan por la política social de su gobierno (seguro que se lo preguntará el que va disfrazado de modelo de Estado federal asimétrico), usted responderá cantando: ¡In In-Di In-Di-Fe-Ren-Ciá! En todo caso, jamás, y digo jamás, pronuncie la palabra independencia, ni que le vaya la vida en ello. Jamás, repito. Ah, y pida dinero a todo el que pase. Dame un tres por ciento, majo, diga, antes de decir nada.

Disfraz de líder patrio. Muy visto.

Un disfraz sombrío es el de comisario de la Unión Europea. Vaya usted de corbata, o de traje con falda si es mujer, póngase al cuello unas tijeras de sastre y hable con acento alemán. Si le preguntan, lo que sea, esgrima las tijeras, chas, chas, y amenace con cortar lo primero que se le ponga a tiro. Responderá al nombre de herr (o frau) Rekorten.

Disfraz de griego contemporáneo.

Disfrazarse de griego es peliagudo. Si se disfraza de Diógenes, podrían confundirlo con un griego contemporáneo, y viceversa. Hay que ser muy ducho en historia y filosofía para apreciar las diferencias de un solo vistazo.

Ahora recuerde lo que dijo Carlos Borromeo, que los carnavales son la puerta de entrada del diablo en nuestras vidas. Era un amargado, el Borromeo. Yo, visto lo visto, me disfrazaré de lápiz de memoria USB.

 

1 comentario:

  1. ¡In In-Di In-Di-Fe-Ren-Ciá!

    Joder, Luis, ¡qué risa!

    Un abrazo,

    Carlos

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