El libro que ha armado tanto ruido y hecho tanto daño.
¿Conoce, querido lector, a doña Carmen Reinhart? ¿Quizá a Kenneth Rogoff? Yo no tengo el gusto, no me han presentado a ninguno de los dos. Como yo, tantos, porque el gran público no sabe muy bien quiénes son estos dos. Les diré.
Carmen M. Reinhart es una de las estrellas académicas de los estudios internacionales de Economía de los EE.UU. Había sido profesora de la Universidad de Maryland y ahora lo es de no sé qué prestigiosísima fundación de estudios internacionales. Kenneth S. Rogoff es experto en intervención del Estado en la Economía y profesor en la Universidad de Harvard. Además, ha sido economísta jefe (caramba) del Fondo Monetario Internacional y escribe artículos con asiduidad en NPR, el Wall Street Journal o el Financial Times.
Si estos dos dicen misa, los demás decimos amén. Pero eso, ayer. Hoy, ya no, y pronto verán por qué.
Los protagonistas y autores de la tésis Reinhart-Rogolff tomando el té (¿del Tea Party?)
En 2009, Reinhart y Rogoff publicaron un libro que pasará a la historia de la Economía por su mucha influencia (nefasta) en la política económica contemporánea. Se titulaba This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly y lo publicó la Princenton University Press. En español, Esta vez es diferente, que podrán encontrar por ahí a poco que busquen.
Porque este libro se ha convertido en la Biblia de los políticos que abrazan el neoliberalismo económico y sostienen que cuanto menor sea la intervención del Estado en la economía de las naciones, mejor. Es decir, This Time Is Different es el libro de cabecera para quien propone que la vía para salir de esta crisis es la tijera. La prioridad es recortar el gasto público. Todo lo demás es superfluo. ¿No les suena este discurso? ¿No lo han oído en boca del comisario europeo de Economía, de gran parte del FMI, de la señora Merkel, de don Artur Mas, etc.?
Ahora ya saben de dónde sale esa fe ciega en los recortes, de las tesis neoliberales, y en qué se sostiene, en la tésis Reinhart-Rogoff. Esa tésis dice que el crecimiento económico se detiene y cae súbitamente si la deuda pública supera el 90% del PIB. Así de simple.
Esta tesis era un golpe contra el keynesianismo, que viene de Keynes. Simplificando mucho, mucho, Keynes sostuvo que la intervención del Estado en los mercados puede acelerar o frenar el crecimiento económico. Cuando hay crisis, el Estado tiene que gastar más (no menos), para incentivar la economía nacional. Pero, ay, gastando más se endeuda y crece la deuda pública. Según la tesis Reinhart-Rogoff, si esta deuda sobrepasa el 90% del PIB anual, ¡paf! Va uno y se la pega. De crecimiento económico a recesión en un pispás.
Para el liberalismo económico convertido en neoliberalismo el gasto público es el enemigo público, Keynes, el Anticristo y la tésis Reinhart-Rogoff se convirtió en un regalo del Cielo.
En 2010, la tesis Reinhart-Rogoff volvió a ser la protagonista de todas las revistas de economía, tanto las técnicas como las generalistas. Growth in a Time of Debt (Crecimiento en un tiempo de endeudamiento) fue el artículo de Economía más citado del año, mientras This Time is Different comenzaba a cosechar premios por la brillante labor de los mencionados economistas. Una abracadabrante colección de premios y galardones. Los autores o la tesis que defendían eran citados por el Partido Republicano de los EE.UU. (para oponerse a la política económica de Obama), por el comisario de la Dirección General de Economía de la Comisión Europea, Olli Rehn, por el gobierno británico, por Angela Merkel... Los recortes ya tenían un porqué justificable. Si no hay recortes, esto se hunde. Hay que recortar a toda costa o la economía se va al carajo. Ésa era y sigue siendo la tesis Reinhart-Rogoff, insisto en ello.
Pero... Siempre hay un pero.
El dictámen académico: Reinhart y Rogoff se equivocaron.
A la sombra del éxito de la tesis Reinhart-Rogoff, varios economistas norteamericanos criticaron la tesis. Es decir, la pusieron a prueba. Curiosamente, replicaron el estudio y no obtuvieron los mismos datos que Reinhart y Rogoff. Se desviaban hacia un lado o hacia el otro, pero no parecían seguir las predicciones de la tesis Reinhart-Rogoff. Surgieron dudas sobre los datos que emplearon Reinhart y Rogoff en su estudio.
Hace poco se ha publicado un artículo titulado Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff, firmado por Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin, de la Universidad de Massachusetts. Sólo tres años después (tres) de publicada la tesis Reinhart-Rogoff pudieron acceder los economistas de Massachusetts a los datos originales.
¡Sorpresa! ¡Faltaban datos de cinco países! Cinco países que durante períodos de cinco años, más o menos, crecieron con una deuda pública superior al 90% del PIB. No está nada mal, si el estudio analiza la evolución económica en el último siglo de veinte países desarrollados.
Más sorpresas. La ponderación de los datos deja mucho que desear. El PIB del Reino Unido creció un 2,4% de media durante 19 años seguidos en los que la deuda pública superó el 90% del PIB. La economía neozelandesa se hundió el 7,6%, un año en que la deuda superó el 90% del PIB neozelandés. Pues ¡sorpresa! En primer lugar, esos 19 años de crecimiento en el Reino Unido quedan compensados por el año de pérdidas en Nueva Zelanda, han oído bien. En segundo lugar, cuando Nueva Zelanda perdió ese 7,6% llevaba cinco años con una deuda pública por encima del 90% del PIB... creciendo (por encima del 2,4%). Etc.
De hecho, los críticos descubren que las economías más desarrolladas crecen a un ritmo del 3% o superior con deudas públicas bajas, pero crecen por encima del 2,4% con deudas públicas elevadas. La tesis Reinhart-Rogoff original decía que no crecían, que entraban en recesión.
La evidencia en la calle: Reinhart y Rogoff no arreglan nada y todo va a peor.
Resumen de las críticas, para que vean. Reinhart y Rogoff excluyeron de sus cálculos (selectivamente) aquellos episodios de deuda alta y crecimiento económico, porque no convenían a su tesis. Su metodo para dar más o menos peso a una u otra economía en el balance final está cogido por los pelos y no se sostiene (el ejemplo de Nueva Zelanda y el Reino Unido habla por sí solo). Además, en tercer lugar, la hoja de cálculo que emplearon (un Excel vulgar y corriente) estaba mal programada. ¡Sí, señores! ¡Mal programada! Así que pillaba un país con crecimiento y deuda elevada ¡lo suprimía del cálculo!
Reinhart y Rogoff se han defendido con uñas y dientes. Admitimos los errores de cálculo, dicen, pero no afectan a nuestra tesis. Más deuda pública, menos crecimiento.
Mientras los malos cálculos de Reinhart y Rogoff iban sembrando el campo de dudas, una legión de economistas de primera categoría critican la tesis Reinhart-Rogoff diciendo que estos economistas han cometido un error de bulto, esencial: han confundido causa y efecto.
Porque cabe preguntarse lo siguiente: ¿Una nación entra en recesión porque incrementa su deuda pública o incrementa su deuda pública porque entra en recesión? ¡Reinhart y Rogoff no argumentan su respuesta! Dan por supuesto que la deuda es la causa y la crisis, el efecto, pero ¿no podría ser al revés? ¿Por qué no?
Las naciones que entran en recesión incrementan la deuda pública, porque los Estados ingresan menos dinero. Menos actividad económica, menos recaudación de impuestos. El keynesianismo clásico recomienda ahora inyectar dinero en la economía nacional, para reactivarla. Eso incrementará la deuda, pero ésta disminuirá cuando comience a crecer la economía.
Pero si resulta que Reinhart y Rogoff se equivocaron (y parece que se equivocaron) y su tesis es falsa (y parece que lo es), si en vez de incrementar el gasto público comienzan los recortes, la economía se contraerá y se agravará la crisis. Se entrará en un círculo vicioso. Los recortes provocarán recesión; la recesión incrementará la deuda; el incremento de la deuda moverá a más recortes; etc. Conclusión, nos vamos todos a tomar viento.
La tesis Reinhart-Rogoff apuesta por el recorte drástico.
Miren a su alrededor. El daño que nos están haciendo los recortes es más que evidente. No saldremos de la crisis con las tijeras, y ahora sabemos por qué no, porque no somos críticos con las tesis que nos dan la razón.
¡Cuánto daño puede hacer un error en una hoja de cálculo! Y cuánto más daño el que gobierna desde la estulticia.
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