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Las orejas del lobo



Fíjense en una propuesta del Gobierno de los Mejores de don Artur Mas. Pone los pelos de punta. Se trata de abrir un registro de adhesiones que el Departamento de Presidencia podría hacer públicas. Así, si el Gobierno de la Generalidad de Cataluña propone tal cosa o tal otra, usted podría mostrarse de acuerdo y manifestarlo en formato electrónico y el gobierno podrá decir en público cuando le venga en gana que una vez usted estuvo de acuerdo con él. Ahí queda eso.

La Orden que ha publicado el Departamento de Presidencia de la Generalidad de Cataluña es ésta y sólo ha dado siete días para presentar enmiendas.

Me dirá usted que no hay para tanto, que la adhesión a las propuestas del gobierno es voluntaria, pero ¿conoce algún gobierno que sea a la vez democrático y de derecho que tenga un registro de los ciudadanos a favor (o en contra) de sus propuestas políticas? ¿Le parece bien que el gobierno, a discreción, emplee su nombre para demostrar que la gente está de su parte?

Hay quien dice que podría tratarse de un mecanismo para realizar la famosa consulta por la puerta de atrás. El gobierno publicaría una declaración nacional(ista) y usted mostraría su adhesión rellenando un formulario con su nombre, sexo, teléfono, dirección, DNI, etcétera.

En todo caso, hay que plantearse los inconvenientes de un registro así:

En una democracia de verdad, el sufragio es secreto y universal. Si se emplea este registro para conocer la voluntad del pueblo, se vulnera tanto el secreto como la universalidad y se coarta la libertad del voto (o de adhesión). Además, cabe la posibilidad de fraude y no se puede descartar el empleo del registro como instrumento de coacción o discriminación. Fíjate tú que el vecino del quinto no ha firmado la adhesión, qué mala persona.

El caso es que venden el registro como un instrumento imprescindible para fomentar la transparencia política y la participación ciudadana. Mentira. ¡Mentira! Es todo lo contrario. Es un fichero de amigos y enemigos de mis ideas, es un proceder típico de los estados totalitarios o de las sociedades sin libertad ideológica.

Vamos dejando atrás el cuento del emperador desnudo para adentrarnos en el terreno de las orejas del lobo. ¡Cuidado!

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