El señor Ribó, ante la comisión parlamentaria.
En español, su título es Síndico de Agravios, aunque se emplea más el título de Defensor del Pueblo. Es el Síndic de Greuges, el señor Ribó, del que podemos decir cosas buenas y malas. Pero no importa lo que digamos de él, sino lo que dijo ayer en el Parlamento de Cataluña, donde defendió un informe que decía cosas gravísimas sobre la política social del Gobierno de los Mejores.
Pueden leer el informe en versión española, en pdf, pinchando sobre la imagen.
Ante los señores diputados, ha denunciado que la crisis económica ha provocado carencias alimentarias (sic) en 50.000 niños catalanes, ha señalado que durante el último medio año se han tenido que atender más de 750 casos de patologías relacionadas con la desnutrición infantil en hospitales catalanes y ha denunciado que los políticos en general y el Gobierno de la Generalidad de Cataluña en particular conocían estos datos y su evolución hace ya años (repito: años) y no han hecho nada, nada, para combatir este problema.
Al contrario. Dice que las acciones sobre la renta mínima de inserción (PIRMI) o el recorte en becas-comedor, por citar sólo dos ejemplos de la política social del Gobierno de los Mejores, han agravado el problema. Los números cantan, las conclusiones son evidentes.
El actual Síndic de Greuges se ha convertido en lo que vulgarmente se llama, y perdonen ustedes, un grano en el culo. Pero en eso consiste su trabajo, en denunciar al Gobierno de la Generalidad de Cataluña cuando éste, mediante pensamiento, palabra, obra u omisión, perjudica a los catalanes, o a algunos de ellos. Da igual quién forme el gobierno o quién ejerza la sindicatura, ése es su trabajo.
¿Saben lo que más me llama la atención? Los datos que ha utilizado para llegar a estas conclusiones son públicos y publicados, y los proporciona la misma Generalidad de Cataluña. Usted mismo puede acceder a ellos. Esto es importante que se sepa, porque se carga de razones al denunciar la pasividad del gobierno (y de la sociedad) ante este problema.
Por eso, cuando dice que existe (cito) un déficit de las políticas públicas que habría que corregir, es difícil negarlo. Es aberrante intentar negarlo. El síndico dijo que negar el problema es diabólico.
La Diputación Permanente del Parlamento de Cataluña fue el lugar donde el síndico ratificó su informe. Cualquier persona de bien se escandalizaría al leer este documento, pero hay quien se escandaliza hipócritamente, por conveniencia. Por ejemplo, el PP apoyó en su día el recorte en prestaciones sociales que redujo la renta mínima de inserción y hoy da grandes gritos contra el Gobierno de los Mejores. A su vez, ERC se rasga las vestiduras en público y se dice de izquierdas, pero su voto protege a CiU de la censura y apoya su política económico-social de extrema derecha a cambio de banderitas. No hay que juzgar a la gente por lo que dice, sino por lo que hace, y estos dos hacen lo que hacen.
La señora Borràs nos dio una lección de mentira, cinismo y soberbia parlamentaria.
Destaca otra intervención, la de doña Meritxell Borràs, portavoz de CiU en esa comisión. Sentí asco al oírla hablar y no diré mas, por no sufrir bascas.
Destacan también notables ausencias. Don Baudilio Ruiz, consejero de Salud (sic), doña Irene Rigau, consejera de Enseñanza, y doña Neus Munté, consejera de Bienestar Social y Familia (sic), no asomaron las narices por la sala. Al menos uno de ellos tendría que haber aguantado el chaparrón, porque los tres son los consejeros responsables de luchar contra la malnutrición infantil desde la sanidad pública, las escuelas y los servicios sociales. Dieron sobradas muestras de indiferencia.
Es normal que sea así. Ya saben cuál es el lema de CiU en cuestiones sociales, ¿no? Les recordaré: IN IN-DI IN-DI-FEREN-CIÁ. Se canta levantando la mano con los cuatro dedos en alto, a la romana, reivindicando una comisión del 4% para sus cosas, como suele ser habitual.
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