Éste se ha bebido el entendimiento... y se ha comido la mano.
Cuando uno hace o dice una burrada, algo irracional, ilógico, carente de sentido, contrario al discurso o sencillamente estúpido, un catalán exclama S'ha begut l'enteniment! De tantas expresiones que emplea el catalán, ésta es una de mis favoritas. Es contundente, muy gráfica y de una concisión abrumadora. Admite variantes; T'has begut l'enteniment?, por ejemplo.
La traducción literal al español sería ¡Se ha bebido el entendimiento! o ¿Te has bebido el entendimiento? Que yo sepa, la capacidad de discurrir y razonar no se puede beber y de ahí que la traducción literal tenga una bis cómica que me fascina. Sucede con muchísimas traducciones literales de uno a otro idioma, lo que mueve a más de uno a sostener que lenguas diferentes son el fundamento de diferentes realidades. Qué burrada.
Lo más parecido en español es ¿Te han sorbido el seso? ¡Tampoco está mal esta frase!
Pues, nuestros líderes patrios y los intelectuales de tertulia se han puesto ciegos de bebidas y sorbetes, últimamente. Vale por los salvapatrias de algunas cadenas de televisión carcas y démodés, que quisieran banderas con gallina en los balcones, y vale para los promotores de la catalanotopía, que es una utopía lisérgica, mística y banal. Entre unos y otros andan bebidos y sorbidos de sobras. Causa pasmo que a esto le llamen debate, cuando da para mandarlos a todos a picar piedra.
Líder patrio (siempre a la derecha) e intelectual de tertulia. ¡Socorro!
Una de las estupideces más flagrante de esta última semana ha sido la defensa de la doble nacionalidad a cargo de los catalanutópicos. Varias personas y varias veces proponen a los catalanes de la futura república catalana independiente una doble nacionalidad catalano-española, o hispano-catalana, no vamos a discutir por eso.
Esa duplicidad tendrá muchísimas ventajas, dicen. Por ejemplo, se sostiene que los hispano-catalanes podrán cobrar la pensión de jubilación, el subsidio de desempleo o lo que se tercie por ser españoles, pagando España, naturalmente. Pero en verdad, a la chita callando, serían catalanes. Exactamente como ahora, pero mucho más complicado, y sólo si España se deja, lo que no me queda claro.
Estos catalano-españoles también podrán cruzar la frontera que envolverá la República Catalana sin tener que emplear un pasaporte. En ambos sentidos. Saldrán como españoles que regresan a la Unión Europea y entrarán como catalanes que regresan de ver mundo. Parece que si actúan al revés, es decir, si salen como catalanes o entran como españoles, habrá líos de visados, permisos, pasaportes y aduanas, al menos durante los años que hagan falta para que nos dejen volver a entrar en la Unión Europea, de la que antes habremos salido voluntariamente. Qué ganas de complicarse la vida, si ahora uno entra o sale con el carné de identidad y saludando al pasar.
Luego está la cuestión emocional. Es decir, la emoción de cada uno por tener un pasaporte de aquí y uno de allá. ¿Por qué no uno de aquí, uno de allá, otro de acullá? Lo que es a mí, me gustaría poder acceder a un pasaporte diplomático de la Orden de los Caballeros de Malta, que mola mucho. Chist, oye, que soy caballero y tal, ojo conmigo. Pero no va en el paquete. Lástima.
El de Oz necesita un visado especial.
Con todo, con el carné no hace falta pasaporte y allá dice dónde has nacido y dónde vives, hasta el nombre de papá y mamá. Ahora mismo, saco el carné y digo: Chist, chist, cuidadín, cuidadín, que soy de Cuenca, por decir algo, y quien dice Cuenca, dice Barcelona. Así que ya tenemos un documento que nos recuerda de dónde somos, pero eso poco importa, porque lo único que importa es el número del DNI cuando hay que pagar a Hacienda o pedir un favor a un banco.
La mejor razón de todas las que esgrimen los bebedores de entendimiento partidarios del doble juego nacional es la siguiente: Si todos los catalanes tienen pasaporte español, la Unión Europea no podrá negar que Cataluña forma parte de ella, porque resultará que todos los catalanes serán españoles y España es socia de pleno derecho. Ecco! Bruselas no tendrá más remedio que admitir a Cataluña como socia de la unión política y económica continental. ¿Quién había dicho que nos iban a echar de Europa? ¡Que lo tenemos todo pensado!
El artífice de la argucia para seguir siendo europeos es este señor de aquí.
Eh... No sé qué decir. Un plan tan rocambolesco es capaz de apabullarme. De todos modos, si todos los habitantes de una república resulta que son ciudadanos de otra república... ¿dónde está la gracia? ¿Qué será de la primera república? Seré tonto, puedo admitirlo, pero este razonamiento no lo veo yo ni con lupa y me da que en Bruselas comienzan a sonar chistes de catalanes. ¿Saben aquél que diu que llega un catalán con un pasaporte y dice...?
Doble nacionalidad... De verdad, de verdad, ¿nos toman por idiotas? Pero ¿esto va en serio? En vez del entendimiento, ¿no se habrán bebido algo más fuerte? Una ratafía, un moscatel añejo, un Priorato con porrón, qué sé yo. Qué país de locos: si éstos son los listos, los que nos mandan, los pastores que conducen al rebaño hacia el verde pastizal de la tierra donde mana la leche y la miel, ese lugar mágico donde no existe la culpa, porque se habrá suprimido Madrid, si éstos, decía, son los que nos van a montar la nueva república, paren esto, que me bajo. Si los demás se lo comen, meriendan y cenan sin chistar, peor me lo ponen. Estamos vendidos.
Pasaporte especial para líderes patrios catalanes.
Ante tanta tontería cierta y manifiesta, Cicerón se preguntaría Cui bono? Yo, también. Es una pregunta que deberían hacerse todos ustedes, lectores míos: ¿Quién se está forrando dando de beber tanto entendimiento? ¿A quién beneficia el mayúsculo estado de estulticia que nos aprieta? ¿Quién sale ganando? Me da que no será el catalán de a pie, que anda sorbido de seso.
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