Los empresarios catalanes celebraban la fiesta grande. Daban de comer a los socios e invitados y repartían premios, discursos y felicitaciones. Fomento, la patronal catalana de más peso (económico), invitó al presidente del Gobierno de España y al presidente de la Generalidad de Cataluña.
La patronal tropezó con un inconveniente: el presidente del Gobierno de España tenía un compromiso en las Américas ese mismo día y no podría disfrutar de la agradable compañía de los señores empresarios. Pero ¡tranquilos! La ley dice que, en caso de ausencia del presidente, el vicepresidente hace las veces de éste, a todos los efectos. Y Soraya estará libre, añadieron en Moncloa. Soraya es Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, una señora bajita y pizpireta con voz de pato Donald que parece salida de una comedia de televisión.
Informaron al presidente de la Generalidad de Cataluña. Chist, Artur, que vendrá Soraya. Don Artur tuvo un momento de perplejidad y enojo. De todos es sabido que doña Soraya le cae muy mal a don Artur, como una patada en los bajos. Don Artur no puede verla ni en pintura. Entre otras cosas, porque cuando se hacen una fotografía juntos uno descubre que don Artur es también bajito.
Aunque... ¿Vendrá Soraya? ¡Bien!, dijo. Ahora podré presidir el acto. Eh..., dudó su jefe de protocolo. Porque aunque Soraya no sea Mariano, como si lo fuera, dicen leyes y protocolos. Así está escrito. Pero tuvo que morderse la lengua y decirle que sí al jefe, porque su trabajo consiste en darle la razón en todo, no sólo cuando la tiene.
El jefe (Artur, el Mesías) o presidía el acto o el acto podía irse a tomar viento. Quien dice el acto, dice la vicepresidenta, España, Fomento o quién sabe. A tomar viento, tal cual. ¡Qué faena!
A dos horas de la fiesta (repito: sólo dos horas antes), llamaron de la Generalidad de Cataluña a los de Fomento para decir que don Artur Mas no iría a correrse una juerga con los empresarios, que enviaba a don Felip Puig, un consejero, en su lugar. Para mantener la dignidad y el prestigio y tal y cual, dijo el jefe de protocolo. ¡Valiente tontería! Excusas de mal pagador. No podían disimular cuánta rabia le daba al jefe no poder presidir el acto.
Hacía unos días, tuvo que comerse el no poder presidir la misa de los mártires de Tarragona porque acudió el presidente del Congreso de los Diputados, y eso le dolió. ¡No volvería a pasarle algo así! ¡En Cataluña presido yo, que soy su presidente, y nadie más que yo! Sólo queda responder: ¡Susórdenes! y callar.
En suma, una gilipollez. Daría risa si no diera tanta penita pena. Qué mal va el país que todos (yo también) vamos dándole vueltas al caso, como si fuera una cosa llena de enjundia y sustancia, no siendo más que humo y tontería. Creo que nos aburrimos mucho.
Mas sondea a Guardiola para entrar en las hipotéticas listas de una candidatura soberanista... Populismo barato y cutre, aunque todavía habrá incautos que votarán el suicidio colectivo porque en la travesía se encuentra Pep...
ResponderEliminarHe leído lo de Guardiola y creía que era un chiste. Pero parece que no lo es. En fin, ¡que no cunda el pánico! El ridículo será espantoso y quizá la vergüenza pueda más que cualquier razón y aprendamos algo por el camino.
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