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Condiciones de trabajo



El otro día, pasé por el Mercadona del barrio a comprar cuatro cosas. En los altavoces, un locutor anunciaba a los señores clientes que si compraban tres yogures pagarían sólo dos y cosas por el estilo. Pronto me planté en la cola para pagar.

En éstas, después de un crujido electrónico, comenzó a sonar un villancico. La cajera que tenía delante de mí alzó la vista, desesperada. ¡Odio la Navidad!, exclamó, mientras la voz acaramelada cantaba el yinguelbels yinguelbels yingueloldegüey... Todo el santo día, una y otra vez, día tras día, yinguelbels yinguelbels... La cajera parecía desesperada. Tenía sus razones.

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