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Mas quiere más


No sé si saben que en Cataluña se ha organizado, pero todavía no se ha convocado (oficialmente) lo que parece ser un acto reivindicativo que pasa por proceso participativo aunque sea, propiamente, un proceso consultivo que sustituye a una consulta no referendaria que era, en verdad, un referéndum no vinculante del que nadie podía desvincularse, etcétera, conocida simplemente como la Consulta, dicha con mayúsculas y aires soberbios. Si no lo saben, ¡qué suerte que tienen! ¡Cómo les envidio!

En TV3(%) pintan a Mas como más conviene a Mas.

Pues ahora va y sale el presidente Mas y pide a TV3(%), la televisión pública de la Generalidad de Cataluña (ésa que cuesta como tres grandes hospitales públicos)... Le pide a TV3(%)... ¿Qué creen que le pide? 

Que hable más de la Consulta, con estas mismas palabras, que ahora más que nunca necesitamos que TV3 dé publicidad al proceso participativo, así, con dos cojones, y perdonen ustedes. Porque uno ya está hasta las narices del Tema mañana, tarde y noche, en cualquier sitio hacia donde mire, en cualquier palabra que lea, en todos y cada uno de los minutos de un telediario que no se dediquen al Barça o a los castellers de Vilafranca, por mentar unos y no otros. 

La imagen se actualiza. La esencia se mantiene.

Oh, la televisión. ¡Santa inocencia! Creíamos haber superado los tiempos de la UFA y el No-Do, pero Dios nos ha castigado con TV3(%). Y ahora el ¡Mas quiere más! ¿Más, Mas? ¿Más Mas? ¿Más todavía? Pero ¡si no cabe más! El día no tiene más horas. Aún así, venga, que algo se hará.

Los que consideramos que lo social va muy por delante, pero muy por delante, mucho, de cualquier consideración nacional, hace ya tiempo que hemos dado la batalla por perdida ante el triunfo de la estulticia y su aparato de propaganda. No queda más que sentarnos a mirar. En medio de nuestra amarga derrota nos complace comprobar que el delirio nacional no es una figura retórica, sino un delirio propiamente dicho y en un momento de debilidad nos puede dar la risa. 

Pero la risa viene con regüeldos de bilis y la visión de un país arrasado por la estupidez. Como dijo el gran Gregorio Morán, hay que ser muy hijo de puta para creer que Cataluña tiene los políticos que se merece... y me da miedo comenzar a considerarme muy hijo de puta cuando busco en otros canales el solaz de un documental sobre la vida de los pingüinos o un programa en el que montan y desmontan un viejo automóvil, discursos mucho, mucho, pero que mucho más interesantes que el discurso del Tema, que siento profundamente ajeno, lejano y peligroso.

El Roto. Yo no lo habría dicho mejor.

Así, cambiar de canal se convierte en un símbolo de resistencia, como pegar los sellos de Franco boca abajo en las postales. Tan pronto uno enciende el televisor, huye de los telediarios como de la peste. Pero esta vez me he superado a mí mismo cometiendo actos insurreccionales extremos.

Obligado a resintonizar los canales de televisión en abierto, he enviado TV3(%) al exilio de los canales con dos dígitos, en compañía de 8TV y El Punt TV, bien lejos, en la zona de los veintitantos, detrás de los canales de dibujos animados y en compañía de canales de teletienda, que al menos no disimulan cuando pretenden engañarte. Hecho esto, he abierto un libro y he culminado la revolución.

¡Viva la Revolución!

2 comentarios:

  1. Jajajajaja

    Tiene gracia, en mi casa ha ocurrido lo mismo, aunque TV3 se ha ido incluso más lejos, más allá de pitonisas y tías en pelotas nocturnas, hacia el 70 y pico

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    1. Se queda en los veintitantos porque dan películas una o dos veces por semana. Pero si fuera por el Happy Day o todo lo demás, adonde las pitonisas, seguro.

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