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El bandido adolescente


He leído la 9.ª edición, de 1991, publicada por Destino.

Las novelas del Lejano Oeste tienen mala fama, pero las hay que son extraordinarias. Warlock, de Oakley Hall, es una gran novela, se mire como se mire. Ramón J. Sender publicó en 1965 El bandido adolescente después (eso contó en su día) de contemplar al menos siete cráneos que se decía que habían sido de Billy el Niño (the Kid). El suceso despertó la curiosidad del escritor, que investigó sobre las andanzas del famoso pistolero y acabó escribiendo una novela de aventuras original en muchos sentidos. 

El primero es el del lenguaje, que ahora se inclina hacia el inglés (será siempre the Kid, no el Niño), ahora hacia los mexicanismos. También emplea un tono sobrio, que unos relacionan con el periodismo, pero que no está de más relacionar con la Ilíada, por ejemplo, pues algunas descripciones caracterizan a los personajes y son recurrentes, y los enfrentamientos a pistola podrían compararse perfectamente con algunos otros delante de las altas murallas de Ilión. Sorprende que Sender subraye la componente tan fuertemente hispana (mexicana) del territorio en el que se movió Billy porque no suele verse en el cine (y el Oeste y el cine son inseparables). Etcétera. La novela consigue un tono muy característico y adecuado al relato. Esto es algo difícil de conseguir.

El verdadero Billy the Kid.

El resultado de este ejercicio es una novela de aventuras muy bien escrita, donde la muerte, el destino, el héroe trágico, están siempre presentes, al estilo de la antigua épica. No es extraño: el Lejano Oeste tiene más de épica clásica de lo que parece. Es una obra muy recomendable.

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