En un Estado como el nuestro, el gobierno tendría que ser ajeno a las creencias e identidades personales. Es decir, tendría que ser laico. Está ahí para defender que cada uno crea en lo que le dé la gana, mientras permite que los demás también tengan ese derecho. Por lo tanto, el Estado tendría que ser neutral y no meterse en asuntos religiosos. Mientras uno cumpla con las leyes y no haga daño, que crea o no crea en el dios que le venga en gana o que se identifique con la ideología que prefiera.
Sin embargo, este principio elemental de la democracia liberal (la nuestra) se lo pasan por el forro muchos gobernantes. No entraré en el trapo de hablar de un ministro de Interior que va condecorando vírgenes por ahí, aunque de un ministro del Interior que dice relacionarse cotidianamente con un ángel de la guarda que se llama Marcelo y que le ayuda a aparcar el coche puede esperarse cualquier cosa. De quien uno no se lo esperaba es de José María González, llamado Kichi, alcalde de Cádiz.
Kichi (permítaseme la libertad de llamarlo así) se presentó como candidato de Cádiz Sí Se Puede, uno de esos grupos que orbitan alrededor de Podemos. El caballero ha hecho bandera de laicismo siempre que le han preguntado y tan pronto sale alcalde, ¿qué hace? Pues va y otorga la Medalla de Oro a la Virgen del Rosario, la patrona de la ciudad. No ha sido él solo, porque la decisión de Kichi y los suyos ha sido apoyada por otros munícipes. En cambio, los socios de Kichi, de Cádiz en Común (que también andan por Podemos o por ahí), le han recordado al señor alcalde que la Medalla de Oro es para personas físicas o jurídicas, algo que no es, ni queriendo, la Virgen del Rosario. Pero Kichi y los demás munícipes, la condecoran lo mismo.
La Virgen del Rosario, condecorada por los munícipes gaditanos.
Porque, a ver, una cosa es que le den la medalla a la cofradía que saca a pasear el santo por Semana Santa, por interés cultural y tal, vale, pero otra es dárselo al mismo santo. Primero, porque no le corresponde (quizá sí a título póstumo, si fuera gaditano, aunque...). Segundo, porque es decir en voz alta que el laicismo se lo pasa uno por el forro.
La excusa de Kichi es populista, popular o una mala excusa, como prefieran llamarla, que en eso no me meto. Ha dicho que habían solicitado la condecoración seis mil firmas de gaditanos, asociaciones de vecinos, cofradías... Y él no puede decir que no al pueblo, y si el pueblo quiere colgarle una medalla a la Virgen del Rosario, pues se le cuelga. Amén.
Imagen del Monstruo de Espagueti Volador en una vidriera.
Ni cortos ni perezosos, los simpatizantes del MSF, deidad que en castellano es más conocida como el Monstruo de Espagueti Volador...
Igual no saben de qué hablo. La idea del Monstruo de Espagueti Volador fue una original respuesta de algunos escépticos a los creacionistas americanos. La postura que los creacionistas llevaron a los tribunales del Medio Oeste es que tenían derecho a explicar en los colegios, en igualdad de condiciones y en clase de ciencias, la teoría de la Creación (bíblica o semejante) y la teoría de la Evolución de Darwin, como si fueran igualmente válidas (científicamente hablando). Eso es una barbaridad. Desde tiempos de Guillermo de Ockham (m. 1349) sabemos que la fe es una cosa y la ciencia otra, muy distinta, y la teoría de la Evolución es tan robusta como la que dice que la Tierra es redonda.
Los pastafaris creen que el Monstruo de Espagueti Volador creó el mundo.
Para demostrar la tontería que supone decir que una creencia religiosa es ciencia, los defensores del evolucionismo inventaron la religión del Monstruo de Espagueti Volador y acudieron a los tribunales. La teoría de la Creación del mundo por mano de Yavhé tenía tanto derecho a ser enseñada en las escuelas en clase de ciencias como la tenía la teoría de la Creación del mundo por mano del Monstruo de Espagueti Volador, en igualdad de condiciones. ¿O no? Los pastafaris (así se llaman los seguidores del MSF) armaron mucho ruido y desde entonces MSF acude allá donde sea necesaria su intervención.
Acudió esta vez, cómo no, a Cádiz.
Agárrense. Ahora mismo, se han recogido más firmas para que el Ayuntamiento de Cádiz otorgue la Medalla de Oro de la ciudad al Monstruo de Espagueti Volador que las que se recogieron para solicitar la condecoración para la Virgen del Rosario. ¿Qué hará Kichi? Seguramente, se negará a condecorar al MSF. Pero ¿por qué? Objetivamente, si la medalla puede llevársela la Virgen del Rosario, también el MSF puede llevársela. Si no puede llevársela el MSF, la virgen, tampoco. Si la virgen sí y el MSF no, entonces Kichi, guapo, más te vale no llenarte la boca hablando de laicismo y ya nos explicarás el porqué de esta discriminación por motivos religiosos.
¿Qué dice la Virgen del Rosario a todo esto? No creo que diga nada. Es alcaldesa perpetua de Cádiz desde 1967 y no se le conoce un solo decreto municipal en cincuenta años. Con esa dedicación a las labores de gobierno, no creo que le importe demasiado lo que haga Kichi, la verdad. Laissez faire, dice, que es lema liberal por excelencia.
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