Hoy he celebrado la fiesta del libro por todo lo alto. Fíjense que hasta me he permitido el lujo de tomarme una gaseosa con la comida, y es que lo de escribir no da para mucho más.
Bueno, bueno... ¡No nos quejemos tanto! Proporciona muchas alegrías. Por ejemplo, me he tostado al sol esperando a que viniera alguien que me pidiera que le firmase el libro, y ahora tengo un color muy sanote, en plan gamba, en toda la cara, que es cosa de ver.
La verdad es que Sant Jordi es la fiesta y no concibo mejor día. Me lo he pasado en grande.
Aquí, firmando ejemplares de la Historia torcida de la Filosofía.
Aquí, los dos torcidos, Javier Traité (derecha) y un servidor.
¿Cuándo caerá el próximo título torcido?
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